Sabores de tiempos inmemoriales en recuerdo de un ilustre serrano en El Ojuelo
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“Del puerco, hasta el rabo es bueno”, reza un refrán cuya vulgaridad no casa con su sabiduría. Una tesis que se aplicaron los vecinos de El Ojuelo, que aprovecharon el pasado sábado hasta la parte más impensable del cerdo para saborearla entre anhelados reencuentros y anécdotas de esas que, por mucho tiempo que pase, siguen causando la misma sensación que antaño. La matanza es una tradición única en las comunidades rurales, que llevan a cabo su práctica a pesar del tiempo, manteniendo viva la llama de su idiosincrasia. Además de su indiscutible papel culinario, se trata de un ejercicio que sirve también como pegamiento social, pues reúne a los vecinos en torno a la careta, la morcilla y el chorizo, disfrutando de una excelsa jornada de convivencia.
Todo gira alrededor de la figura del cerdo, al que, antiguamente, se le daba muerte en el interior de las casas, aunque ahora es algo que por razones de salubridad no se hace. Una vez muerto, comienza el despiece y la molienda del animal, del que se extrae absolutamente todo. Posteriormente tiene lugar la preparación, el pelado y la cocienda de otros productos que lo acompañan al servirlo, como la cebolla. Una vez en “la mesa”, solo queda saborear unos productos que conquistan los paladares más exquisitos, y que suponen un auténtico nexo de unión en la zona rural.
Así, la singular aldea de Segura de la Sierra celebró su primera Fiesta de la Matanza, una iniciativa que homenajeó a Inocente Vizcaíno como matancero de honor, vecino ilustre que perdió la vida el pasado verano. Con una vista imponente de El Yelmo, los vecinos comenzaron desde muy temprano con la elaboración de productos procedentes del cerdo, de 130 kilos, al que se le dio muerte un día antes. La careta, la cabeza, las tripas, la carne: todo se aprovecha en este animal. El suculento resultado son el ajoatao, el ajopringue, el bodrio de chorizos o la morcilla, alimentos que siempre van acompañados de un revitalizador trago de vino o un refrescante botellín de cerveza.