Noalejo, en busca de su pasado romano
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Un campo sembrado de tégula y un alcalde conocedor de su entorno vienen a ofrecer a Noalejo la posibilidad de ampliar la información de su historia, al mismo tiempo que brinda una oportunidad más para enriquecer su presente. Es emocionante asistir al momento en el que el arqueólogo Alberto Fernández, su equipo y el alcalde del municipio, Antonio Morales, dan inicio a los trabajos de excavación, con la medición y orientación de lo que podría ser el asentamiento del Imperio Romano en el término municipal. Aunque el Itinerario Antonino Augusto Caracalla no lo desvela, en este pequeño cerro del paraje de la sierra de Noalejo el barro se empeña en aflorar entre las primeras hierbas que el creciente verano amarillea. Tejas que cubrieron habitáculos de época romana dan los primeros avisos, indicios que continúan con diversas alineaciones de rocas que acomodadas por mano humana se entremezclan con las dispuestas por la madre naturaleza.
En el lugar alto y bordeado en su ladera este por el río, el yacimiento se encuentra en una disposición singular, naciendo a partir de una gran roca que parapeta su lado sur, revelándose como un promontorio capaz de articular la vida de sus moradores en sus faenas agrícolas, pesqueras y cinegéticas con la vigilancia del conjunto del hábitat. Para saber si se trata del recinto donde pasar la noche durante un viaje, es decir una mansio o torre vigía en altura dispuesta para otear algún lugar de interés, hay que esperar a que el delicado pero eficaz trabajo de la arqueología haga su magia particular, pues aún son variadas las incógnitas que el mundo romano dejó por estas sierras dado que, más allá o más acá, transitaba la vía que comunicaba a Cástulo con Málaga. Tal vez, Noalejo guarde algunas respuestas.