Ni la noche más larga quiebra la fe en la Virgen de la Fuensanta en Alcaudete
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Aún quedaba cuerda en el cuerpo de los más jóvenes que alargaron las celebraciones cuando las claras del día comenzaron a rayar el horizonte. Sin embargo, el silencio se hizo cuando las campanas anunciaron que la eucaristía en honor de la Alcaldesa Perpetua de Alcaudete iniciaría su paseo hasta el altar. Las masas se abrieron, dejando paso a la cuadrilla de horquilleros, como si el divino rostro emulara el milagro de Moisés en el Mar Rojo. Dispuesta en su trono improvisado, y a la vista de todos los alcaudetenses, se procedió a la misa más emotiva, la de la despedida hasta la próxima primavera, la que pone punto y final oficioso a las celebraciones de agosto y la que hace mirar al cielo pidiendo salud y trabajo. El coro “Al Alba” acompañó los rezos al son de la flauta, el teclado, la guitarra y el cajón, para que retumbara en cada rincón de la Sierra Sur la plegaria cantada, la más sincera, la que eriza la piel. Tras las lecturas, la brisa alivió una noche calurosa, y los primeros rayos de luz se posaron en el rostro de la Fuensanta Coronada, haciendo más brillante, aún, la glorificada talla. Sus fieles escucharon con atención el sermón, que danzó con un mensaje inconfundible: “Siempre amanece”. Incluso cuando las guerras siembran el mundo, cuando el fuego arrasa vidas, cuando la oscuridad parece más impenetrable, siempre llega el día.
Se comulgó con jolgorio, se cantó a pleno pulmón y se cerró la ceremonia con un “Viva la Virgen de la Fuensanta, viva la Reina de los Cielos, viva la patrona de Alcaudete” que terminó por arrancar las lágrimas de los devotos. Y es que, hace 75 años, el Papa Pío XII, proclamó dogma de fe la Asunción de la Virgen, una efeméride que los alcaudetenses recordarán con orgullo por el despliegue de veneración mostrado. Se procedió a desandar el camino, sin hueco para más hombros que portaran a la Señora. En su regreso, se postró ante la fuente que antaño daba de beber a su pueblo, y que hoy, todavía calma la sed de algunos, por mucho cartel desaconsejándolo que haya. Los portones la albergaron mientras se repartía el pan, aprovechando sus hijos para rozar con los dedos su mantón, pidiendo en voz baja que aún no los venciera el sueño.
“Cuando suben aquí las carrozas, se le hace la ofrenda a la Virgen, luego por la noche se hace una verbena y ya por la mañana le realizamos la misa”, destacó Manuel Conde. Fuensanta García vuelve todos los años para ver la misa, lo que le “trae muchísimos recuerdos buenos de juventud”. “Estas fiestas son impresionantes, me ha gustado mucho la misa en honor de la Virgen de la Fuensanta, porque hace tiempo que no he podido venir”, dijo Mariluz López. Rosa Quesada vive en Martos, es de Linares, pero es una enamorada de Alcaudete: “Estas fiestas se viven de forma entrañable para el de fuera”. “Hemos pasado casi toda la noche, pero nos hemos ido a descansar y luego hemos vuelto para ver la misa y poder llevar a la Virgen sobre mis hombros”, manifestó Santiago Juárez.