Lugares singulares, únicos, maravillosos y fresquitos: Salto del Gallo, la dehesa de Andújar
Andújar, la dehesa mediterránea por excelencia, sierra vergel de agua y de vida silvestre, un lugar en el mapa señalado para los aficionados a la caza por sus grandes fincas y sus trofeos, pero también para el senderista amante de lo desconocido y sus escondrijos para descubrirlo. Estamos ante un Parque Natural que se define a sí mismo, Sierra de Andújar, con casi setenta y cinco mil hectáreas y tres municipios además del iliturgitano: Marmolejo, Baños de la Encina y Villanueva de la Reina. No hay más animales por metro cuadrado que en esta secuencia de sierras y valles, quebradas y monte bajo, una parte distinguida y trascendente de la Sierra Morena que recogemos de Córdoba y entregamos a Castilla-La Mancha por Albacete. Aquí mismo, en un lugar que se hace buscar por su belleza mana agua desde unos 20 metros de altura, la caída de un arroyo que toma vida con las lluvias y que riega con sus aguas una densa zona de esta serranía en la que se clava como un monumento natural el curso del río Jándula. Es el arroyo del Gallo, que brinda un “saltaero” a quien se atreve a caminar para encontrárselo. Se asemeja a la cola de un caballo en un rincón de destacada fe mariana puesto que este curso fluvial está entroncado en su recorrido con el Camino Viejo al Santuario de la Virgen de la Cabeza y, también con el Camino de las Carretas, por lo que los bautizos de los creyentes son frecuentes en sus aguas. Cercano además el monumento al peregrino y también la ermita de San Ginés, para que reluzca la senda por la que llegamos a este rincón especial de un arroyo bravo donde se entrelazan las piedras de gran tamaño con higueras y encinas naciendo en el mismo curso de las aguas aprovechándose de la humedad natural del entorno y su abono natural de hojarascas y humus de la serranía. En este brindis a la Naturaleza que recibe el nombre de La Alcaparrosa conviven jabalíes y ciervos con pinos piñoneros y matorrales de lentisco y jara, más encinas y alcornoques. Y si miramos al cielo, surca los vientos el águila imperial y el buitre negro y si miramos el río, la nutria certifica un testamento vital, la transparencia y salubridad de unas aguas que manan por todos los rincones de la Sierra de Andújar y van a dar al Jándula. Pero sobre todos los animales que uno puede encontrarse si se adentra en los silencios en forma de cánticos del Salto del Gallo, destaca uno sobremanera, el lince ibérico, un fantástico gato que anida de nuevo por estas tierras y cuya presencia enbauca sólo de nombrarlo.