Lugares singulares, únicos, maravillosos y fresquitos: Amurjo, la bañera de los dioses
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Había una vez un río de agua clara y transparente que cursaba los recovecos de una sierra profunda tejida entre pinares y tras despedirse de sus remolinos se remansa en una piscina natural, una bañera para los dioses por sus descomunales dimensiones. La piscina más grande de Europa, la más conocida de España, un vergel de frescura en los días de tórrido sol y en las noches de bochorno por el cine de verano que se disfruta desde el mismo interior. Tarda dos días en llenarse con unas aguas que manan de la aldea de Linarejos, unos kilómetros más arriba del pinar de Amurjo, que le da nombre a la afamada piscina: Mide 87 metros de largo y alrededor de 20 de ancho, aunque su dibujo es asimétrico, similar a un trapecio con pico. Desde el cielo es un oasis azul, con las estrellas sorbiendo su frescor y las aves rapaces disfrutando de esa danza permanente que cada verano es Amurjo, la piscina de las piscinas, un lugar de Jaén que traspasa nuestras fronteras, el remanso de cuatro millones y medio de litros de agua, que a borbotones llega por su pie del río Orcera, un afluente del Trujala, que a su vez va a dar frescura y anchura al río Guadalimar. Hablan las redes sociales de sus dimensiones y Amurjo es tan épica como mágica, llamativa y sugerente de visitar, un chapuzón irrepetible para los foráneos para dejar constancia de que han estado en un piscinón de forma rara rodeado de pinos, a las fueras de un pueblo serrano, con atractivos para completar la noche del día de piscina, con bronceado especial, el de la costa interior tamizado por el verdor de los pinos y el frescor de su microclima interior. Amurjo es sinónimo de grandeza y alegría, mismamente de espectacularidad inalcanzable y podría afirmarse, sin rodeo alguno, que el origen ciclópeo de su fundamento es motor turístico de alto octanaje para una tierra alejada de todas las rutas y todos los mimos, como es la Sierra de Segura de Jaén.