Los Lagartos-Las Fuentes, una pedanía que lucha sin cesar por sus tradiciones

San Pedro, el patrón del núcleo de población nabero, congrega a sus devotos en un entorno natural sin igual
Momentos de la procesión de San Pedro, en Los Lagartos-las Fuentes. / Elisabeth Ruiz / Diario JAÉN.
Diario de Jaén

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La pedanía de Los Lagartos-Las Fuentes, perteneciente a Benatae, celebró el día de su patrón, San Pedro, en compañía de los vecinos del núcleo, pero también de muchos de ellos que hace décadas emigraron a otros puntos del territorio nacional. A partir de las 10:30 horas, la campana que corona la puerta de acceso a la ermita de San Pedro –antigua escuela– resonaba para avisar a los feligreses de que la eucaristía estaba a punto de dar comienzo. El edificio colindante al templo, el Hogar de los Mayores, acogía, mientras tanto, a varias personas que preparaban con esmero e ilusión la comida, por gentileza de la Administración nabera, y que tras la procesión, todos degustaron en convivencia. Alrededor de una hora después, los devotos salieron del templo y se colocaron en sus inmediaciones para contemplar cómo algunos vecinos preparaban el trono en el que fue colocado el patrón. Desde el minuto uno, todos al unísono vitorearon a San Pedro con pasión y fuerza.

La comitiva avanzó por la Carretera de Fuentes mientras intercambiaba impresiones. Los cuatro anderos fueron turnando sus puestos con otros vecinos para que todos pudieran ser partícipes de esta jornada de fe. En mitad del ascenso por la Carretera de Fuentes, una de las devotas preparó una mesa en la que durante unos minutos se dejó colocado a San Pedro y que los anderos pudieran descansar. A continuación, portaron el trono otros vecinos y todos juntos avanzaron hasta La Fuente, una de las tantas que tiene el núcleo. En ese fantástico enclave natural, que cuenta con unas vistas espléndidas, algunos de los integrantes de la comitiva se refrescaron con un agua pura y cristalina para, a continuación, regresar hacia la ermita. Cuando San Pedro volvió al interior del templo, todo el mundo cogió asiento en las mesas que se dispusieron en el exterior de esta antigua escuela, mientras terminaba de hacerse la paella.

“Es una jornada de convivencia en la que todo el pueblo asiste. La misa ha sido pronunciada por un párroco que ha dado un toque divertido y ameno”, manifestó Pedro María Segura. Julián Segura es uno de esos vecinos que se marchó hace 50 años, pero que volvió tras jubilarse: “Es una fiesta en la que nos juntamos todos y disfrutamos de mucha unión”. Como asegura Caridad Ruiz, se reúne mucha gente de la pedanía y de fuera, para disfrutar de un sitio precioso, “más aún en la época de la primavera y del verano”. Misma opinión que comparte Remedios Ruiz, quien no quería que la jornada festiva terminase y promete volver cada año. “Con venir a ver el paisaje, ya merece la pena. Es una gran maravilla”, destaca Antonio Segura, quien siempre que puede, vuelve a su tierra.