Los beatenses viven con fervor la peregrinación hacia La Paz

La patrona del municipio es acompañada por cientos de almas hasta Las Aleguillas
La Virgen de la Paz, por las calles de Beas de Segura. / Imágenes de Pablo Espinosa / Diario JAÉN.
Diario de Jaén

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Muchos pueden pensar que las 9:30 de un festivo es mala hora para comenzar una romería. Y más si la noche de antes se tomó en serio eso de salir. Apareció desierta la calle las Tiendas en su cruce con la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Beas, salvo por una decena de personas que sí cumplieron con el horario para ver salir, remolcada por tractor, a la Virgen de la Paz, patrona de Beas de Segura. Pero conforme los rayos de luz penetraron por las calles, los vecinos y vecinas del municipio salieron al encuentro de su señora, informa Pablo Espinosa. La primera lágrima cayó cuando la Virgen de la Paz fue recibida por los ancianos de la residencia “Los Olivos”. Se presentaron ante la Santa Madre en sus sillas de ruedas, y con dulcísima ternura, les regalaron a su patrona una rosa. Un símbolo que justificó la imposibilidad de acompañarla. Reanudado el camino y secadas las mejillas, el cortejo romero se dirigió por la calle Sáenz de Quejana hasta cruzar el arroyo de la Tobilla, entrando así en la última fase urbana del municipio.

Las “petaladas” se sucedieron durante el recorrido, bañando a la Virgen de la Paz con tonos rojos, granates y rosas en su peregrinación. La envergadura del acompañamiento ya era de calibre, pues Protección Civil se tuvo que emplear a fondo para dirigir, magníficamente, todo sea dicho, a la comitiva sin que el tráfico se viera colapsado. Capitaneando el séquito fue, en todo momento, un grupo de jinetes que marcaron el camino hacia la ermita. Vítores y tímidos cantos para alabar a su virgen, pues la pendiente a la altura del cruce de la JV-7007, ya hizo temblar las piernas del más preparado. “Cuando lleguemos a la ermita, cantaremos, ahora tenemos que respirar”, confesó una de las pocas romeras vestidas, entre risas. Y es que pese al día de calor que hizo en toda la Sierra de Segura, se echó en falta alguna vecina más ataviada con su traje, su mantilla y su bastón. La mayoría de los que ayudaron al caminar estaban coronados con ramas de olivo y romero, enlazados con una cinta roja, del mismo color que el mantón mariano. La ermita llegó, y con ella la misa de romeros, y ya solo quedó cantar, comer y beber en honor de la patrona de Beas de Segura.

“Es un día muy emotivo para la cofradía de la Virgen de la Paz, para su directiva y para todo el pueblo de Beas. Hemos trabajado mucho”, compartió Celestino Liñán. Julia Martínez explicó que cuando se llega a la ermita, se hace una misa en su honor y una comida, tras lo que acompañan de vuelta a la patrona al templo. “Vamos muy bien, con mucha calor, pero por nuestra virgen, lo que sea. Le cantaremos y después, más cante, mucho pincho y mucha cerveza”, expuso Isabel Higueras. Para Toñi Rodríguez el abanico y el agua fresquita se hacen indispensables en este día: “Después de la misa bailaremos y le cantaremos todos en Las Aleguillas”.