La procesión de las cañas y el carro en Los Canales

El pequeño núcleo rural perteneciente a Alcalá la Real agasaja a La Morenita
Vecinos de Los Canales de diferentes edades acompañaron con cañas en las manos a la Virgen de la Cabeza. / J. R. Hinojosa / Diario JAÉN.
Diario de Jaén

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La provincia está repleta de lugares desconocidos para la mayor parte de la población. Es lo que ocurre con el núcleo de Los Canales. Pertenece a San José de la Rábita, en Alcalá la Real, y reúne a la mayor parte de los residentes en la pedanía. La zona está en el noroeste del término municipal, en la parte más baja del territorio, cerca del límite con Córdoba. Se trata de una zona caracterizada por el hábitat disperso, en el que las familias viven en chalés, conectados entre sí por una carretera. Allí se celebra en julio, sin que la canícula sea un obstáculo, las fiestas en honor de la Virgen de la Cabeza.

Se trata de una imagen de La Morenita muy especial, de pequeño tamaño y adquirida en Alcalá. Se venera desde hace veinticuatro años en una ermita construida específicamente para albergarla. Los vecinos estaban convocados como cada último sábado de julio al día grande. Primero hubo un guiso de arroz, complementado con un cañón de espuma y música en directo. Por la tarde, el sacerdote Juan Ramón Gómez ofició una misa de campaña, amenizada por un coro de Alcaudete. La procesión, de ida y vuelta, tuvo una primera mitad en descenso y otra final de subida. Como curiosidad, los devotos llevaban cañas y la Virgen era trasladada en una especie de carro con ruedas. Una jornada en la que quedó patente el cariño que ha conseguido la Virgen de la Cabeza.

“Esta es mi primera edición de la fiesta como pedáneo. A pesar de calor se nota que este año sí va a haber una buena cosecha de aceituna aquí”, manifestó Juan Alba. Para Dominga Arenas es una fiesta fabulosa, a pesar del bochornoso calor. “Esto es como siempre como estar en una comunidad, a gusto con los familiares y con los amigos”, aseguró Mari Carmen Pérez. Flora Roldán no solo resaltó la convivencia con familiares y vecinos, sino también la cantidad de personas de otras aldeas que se acercan durante las fiestas. “Estoy contento de haber construido la ermita donde está la Virgen de la Cabeza, que nos garantiza unos días muy familiares y de plena convivencia”, apostilla Ramón Martínez.