La extraña desaparición de dos jóvenes migrantes en Villacarrillo

Una unidad de la UCO de la Guardia Civil investiga en la casa del patrón de ambos para atar cabos sobre la suerte final de Tidiany Colulibaly e Ibrahima Diouf
Dispositivo de la UCO en la calle Guerrillero Uribe de Villacarrillo. / José Herreros / Diario JAÉN.
Manuela Rosa Jaenes

Pocos datos trascienden de una investigación en la que los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se afanan en los últimos meses con un registro que hizo que, este lunes, saltaran todas las alarmas. Fue en la calle Guerrillero Uribe de Villacarrillo, donde reside el empresario que contrató a dos jornaleros que están desaparecidos. Del primero, Tidiany Coulibaly, no hay pistas desde el 17 de diciembre de 2013. Del último, Ibrahima Diouf, nada se sabe desde el 5 de enero de 2021. Un dispositivo amplio estuvo todo el día en la vivienda del patrón de dos inmigrantes que comparten, desgraciadamente, vivencia. Se centraron, según los testigos presenciales, en las cocheras y trasteros de la parte inferior de la casa y llegaron a formar parte del operativo hasta los responsables de la unidad canina. Las fuentes consultadas aseguran que la operación durará varios días, aunque nada se descarta.

Lo que buscan son rastros de los cadáveres de los dos africanos, porque se da por hecho que ninguno está vivo. El dueño de las propiedades se registran ahora, G. V. L., fue condenado por explotar como trabajador a Tidiany Coulibaly, entre otros delitos más, pero nunca por su desaparición. En mayo de 2016, los tres magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial consideraron que no había pruebas suficientes como para quebrantar la presunción de inocencia de este empresario agrícola. Sin embargo, los agentes de la Guardia Civil le siguen la pista desde entonces.

El caso está bajo secreto de sumario y, bajo la tutela del Juzgado de Instrucción número 1 de Villacarrillo, los agentes inspeccionaron el garaje de este vecino del municipio para intentar encontrar alguna pista de este enrevesado asunto.

Hay que tener en cuenta que todo empezó en 2013, cuando Tidiany Coulibaly, un temporero llegado de Mali para trabajar en la campaña de la aceituna en la finca de G. V. L., protestó por el salario que recibían sus compañeros y él y, ese mismo día, desapareció por completo. Tenía 22 años y el suceso conmocionó a la sociedad villacarrillense hasta llegar a celebrarse una manifestación.

Ocho años después ocurrió igual con un senegalés de 31 años que todavía está en búsqueda. Fue su propio hermano el que denunció el caso. Le había comunicado que dejaba Villacarrillo para regresar al tajo que tenía en Cartaya, en Huelva, pero nunca más se supo de él. Desde entonces se redoblan los esfuerzos de amigos y familiares por localizarle. Fue la Guardia Civil de Huelva la que cursó la demanda por quienes le esperaban para trabajar en la provincia onubense y, desde entonces, sólo se puede ver en los carteles de la Asociación Sos Desaparecidos, con teléfonos donde poder contactar, entre ellos el prioritario, el 112. Un rocambolesco suceso, por partida doble, que no podía caer en el olvido. De ahí la enorme investigación.

“Sabemos que mi hermano está muerto”

Imagenes de Ibrahima Diouf difundidas en 2021. / Archivo Diario jAÉN.

“Sabemos que mi hermano está muerto, pero necesitamos una prueba para poder quedarnos tranquilos”. Habla Moussa, el hermano de Ibrahima Diouf, que fue quien denunció la desaparición del jornalero al percatarse de que no había llegado al municipio onubense de Cartaya, en enero de 2021, tal y como habían quedado tras su decisión de abandonar Villacarrillo. “Nada, no tenemos ni una sola pista. Yo vivo en Huelva y no hemos parado de buscarlo ni un minuto, aunque siempre hemos pensado que está muerto”, cuenta entre lágrimas. Recuerda su última conversación: “Me dijo que no podía más, que la situación era muy difícil y que se volvía con nosotros”, asegura. La Asociación Sos Desaparecidos se hizo eco del caso con el reparto de carteles y, desde entonces, mantiene viva la alerta para captar la atención de la ciudadanía.

No tenía permiso en España

Ibrahima Diouf, el último en desaparecer, no tenía permiso para trabajar en España, pero cada día iba al tajo de un empresario villacarrillense de mediana edad. Sí disponía de pasaporte para ser identificado y, de hecho, no era su primer empleo en el país, pues residía habitualmente en Cartaya, en Huelva, junto a uno de sus hermanos. Allí es donde mostró su intención de regresar para recoger naranjas.