Ellas fortalecen aldeas, pedanías y municipios

Las asociaciones de mujeres del medio rural jiennense vertebran, dinamizan y dan vida a sus poblaciones
Encuentro en torno a la gastronomía celebrado por la asociación Bascena, de Lopera, en el castillo.
Juan Rafael Hinojosa

Buena parte de la población de Jaén vive en el medio rural, distribuida en 97 municipios y decenas de aldeas, pedanías y entidades locales autónomas. En vísperas del 8-M es el momento de reivindicar la labor que realizan, desde hace décadas, las asociaciones de mujeres repartidas por esos núcleos rodeados de campo en las diferentes comarcas. Funcionan a pesar de que no cuentan muchas veces con los recursos y las facilidades habituales en las ciudades. Al principio, la propia creación de las entidades o la pertenencia a ellas era motivo de crítica. Y es que las asociaciones femeninas representan un instrumento de dinamización de primer nivel. Su trabajo, desarrollado a lo largo de todo el año, va más allá de cuestiones de género, ya que las actividades benefician también a los hombres, al no tratarse de colectivos excluyentes. En algunos casos, las entidades femeninas representan el único colectivo organizado que existe en algunos pueblos.

Entre las propuestas que ponen en marcha se encuentran talleres, gimnasia, viajes culturales, realización de obras de teatro, charlas, reuniones de convivencia, salidas de senderismo, encuentros gastronómicos y, por supuesto, movilizaciones como habituales con motivo del 8-M o del 25-N, jornada para la eliminación de la violencia hacia las mujeres. En muchos casos, las actividades se impulsan con muy pocos recursos, poco más que las cuotas que pagan las socias y ayudas puntuales de ayuntamientos y alguna otra entidad. La contribución de las asociaciones de mujeres rurales es tal que ayudan en la celebración de las fiestas e incluso hacen posible que, como ocurre en el caso de Guadalimar, una pedanía situada en el término de Lupión, se encargan de adornar la iglesia. A menudo, las entidades se vuelcan con iniciativas solidarias, por ejemplo para recaudar dinero destinado a quienes están afectados por el cáncer. De esta manera, la existencia de las asociaciones ha posibilitado que se extienda la formación y el conocimiento de la provincia de otros lugares de Andalucía y España, con oportunidades que, de otra forma, no se habrían dado.

El grado de articulación de la sociedad es tal que, en ocasiones tienen decenas de asociadas a pesar de que la población del municipio o la aldea en cuestionó es muy reducida. Por tanto, buena parte de las habitantes pertenece a las asociaciones. Precisamente, uno de los mayores desafíos radica en la propia supervivencia de las asociaciones. La situación es que, después del éxodo rural, buena parte de los municipios ubicados en el campo no han dejado de perder población desde hace décadas, una sangría demográfica que se traduce en la marcha de los jóvenes por falta de oportunidades laborales. En este sentido, algunas de las asociaciones presentan un marcado envejecimiento que va en paralelo al que vive la sociedad en la que se desenvuelven. Para garantizar la continuidad es indispensable conseguir un relevo generacional que en muchos casos no llega, ya que la pérdida de socias, ya sea por defunciones o por bajas no se compensa con la entrada de jóvenes, bien porque trasladan su lugar de residencia o porque no consideren interesante la incorporación. De esa manera, en varios casos la edad media de las socias se encuentra incluso por encima de sesenta años. Muchas veces la propia continuidad es posible porque las integrantes del proyecto que llevan décadas “tirando del carro” continúan ante la falta de interés de otras por sustituirlas como cabeza visible del proyecto. Más allá de los logros materiales, sobresale el proceso de progresiva concienciación de la sociedad en materia de igualdad, una lluvia fina que va calando entre personas de ambos sexos de estos pueblos.

La pandemia ha representado una prueba de fuego para las asociaciones de mujeres rurales que, en muchos casos, han estado caso dos años paralizadas. Las consecuencias, la pérdida de actividades beneficiosas para el conjunto de la colectividad en que se desenvuelven. Durante ese tiempo de covid-19, que coincidió con la prohibición de los cultos externos como las procesiones y romerías, los pequeños pueblos jiennenses se vieron más mustios de lo habitual. Poco a poco, la normalidad ha regresado a las asociaciones de mujeres rurales. Por eso este 8-M será una verdadera eclosión de actividades en las asociaciones femeninas rurales en lo que puede considerarse como la primera edición de normalidad después de la de 2019, celebrada días antes del primer estado de alarma. En muchos casos, las actividades se sucederán a lo largo de varios días y buscar ser muy participativas.

Catalina Carcelén Hurtado (Cambil): “Necesitamos más apoyo de las administraciones públicas”

La Asociación de Mujeres Progresistas Primero de Marzo, de Cambil, se registró en 1991. Catalina Carcelén es la presidenta desde hace más de una década. Con sus “ochenta y tantas socias” es uno de los colectivos más dinámicos. “Buscamos que todas las mujeres tengan las mismas oportunidades y conseguir el relevo generacional”, apunta. Valora la realización de logros como traer dos obras sobre Gaudí y Frida Kahlo. “Necesitamos más apoyo de las administraciones públicas”, afirma Carcelén, quien valora el apoyo del Ayuntamiento, pero nota que desde que cambió el Gobierno la Junta ayuda menos. Otra iniciativa para el 8-M será el homenaje a Ana Sutil, ejemplo de viuda joven que salió adelante con sus hijos. La máxima responsable del colectivo cambileño hace un llamamiento a defender el mundo rural.

Juana Robledillo Martínez (Huesa): “Voy a estar ahí mientras quieran las compañeras”

Juana Robledillo Martínez es la presidenta de la asociación Virgen de Tíscar, de Huesa. Subraya que el colectivo, fundado en 2004, cuenta con más de doscientas integrantes, y realiza actividades muy variadas. Ella era emigrante y cuando dejó de salir fuera decidió incorporarse. Está entre las primeras componentes, pues tiene el número 4 entre las socias. “Tengo mucha iniciativa y estoy contenta de lo conseguido. Voy a estar ahí mientras quieran las compañeras”, argumenta. Señala que el colectivo, aparte de fomentar la convivencia y el aprendizaje, despeja la menta. Agradece la colaboración constante del Ayuntamiento. A sus 66 años reconoce el apoyo recibido de la asociación en su lucha para que se investigara la muerte de su tía, que ella está convencida de que se debió a un caso de violencia machista.

Dori Muñoz Sánchez (Sorihuela del Guadalimar): “Cada año organizamos un intercambio con un municipio”

La labor de la asociación Quiteria, de Sorihuela del Guadalimar, ha sido premiada hasta dos veces por el Ayuntamiento. La presidenta, Dori Muñoz Sánchez, lleva la friolera de veintisiete años en el cargo, es decir, desde que se fundo. Remarca que es la única asociación que funciona en el pueblo, hasta el punto de que agrupa a unas sesenta miembros. Agradece la colaboración municipal, del grupo de desarrollo Asodeco y el centro Guadalinfo. En la variada programación anual sobresale la Semana de la Mujer, de durará entre el 7 y el 12 de marzo. Una de las iniciativas más participativas que organiza a lo largo del año “Quiteria” consiste en viajes. Con municipios de la provincia se hacen intercambios, que permite conocer el pueblo. Este año se ha elegido Lopera. Además, hay desplazamientos a otras provincias.

Conchi Gómez de Ramón Relaño (Lopera): “Nos llevamos bastante bien con las otras dos asociaciones”

Una de las particularidades de Lopera es que, a pesar de su tamaño, cuenta con tres colectivos de mujeres. Una de ellas es la de amas de casa Bascena, presidida por Conchi Gómez de Ramón Relaño. “Nos llevamos bien con las otras dos asociaciones, hasta el punto que hay socias que están en varias de ellas a la vez”, dice. A sus 71 años lleva ocho en el cargo y ve muy probable que tenga que continuar después de 2024, cuando expiraría el mandato actual. “Entre hacia 1989 porque era la única asociación, me gustaban los viajes y la forma de ser de las socias”, indica. Las otros dos asociaciones, que surgieron después de “Bascena” son complementarias porque cada una opera en un ámbito propio y con actividades específicas. Como curiosidad, en el colectivo hay algún hombre, pues es también de consumidores.

Juani Jódar Marín (Guadalimar, Lupión): “Tengo 68 años, pero soy una de las socias más jovenes”

Juani Jódar Marín ejerce de secretaria de la asociación Artemisa de Guadalimar (Lupión). Con 68 años, subraya que en un núcleo tan pequeño, la labor es fundamental, pues se organizan actividades que van desde reuniones para tomar café o confeccionar faldas típicas hasta sesiones solidarias a beneficio de colectivos como “Pídeme la Luna” o la Asociación España contra el Cáncer. “Vamos a trancas y a barrancas. Somos pocas mujeres y con pocos recursos, pero nos congratulamos de que funcionemos bastante bien, dentro de las poquitas que estamos”, argumenta. Lamenta que sobra la asociación recae gran responsabilidad en esta pedanía de poco más de 250 habitantes empadronados, pues los hombres colaboran poco. Entre las actividades del 8-M se espera una plantación de árboles en colaboración con el Ayuntamiento de Lupión.

Noelia Nieto Gutiérrez (Las Hortichuela, Alcalá la Real): “No quiero que se pierda, sino que entre la gente joven”

Noelia Nieto Gutiérrez, de 44 años, representa la renovación, en este caso en la asociación Flor de Cerezo, de La Hortichuela (Alcalá la Real). A pesar de que la aldea tiene poco más de 150 personas empadronadas, el colectivo femenino agrupa a varias decenas de jóvenes. “No quiero que se pierda, sino que entre gente la gente joven”, explica Nieto en referencia a su motivación para hacerse cargo de la presidencia, decisión que tomó aunque tiene poco tiempo libre pues atiende una peluquería. Agradece el apoyo del resto de socias para el papeleo y la ayuda del Ayuntamiento. La aportación va más allá de la propia de una asociación de mujeres convencional, pues, por ejemplo, se colabora en la visita pastoral del obispo o en la organización de las fiestas, donde ella será la hermana. “Flor de Cerezo” pertenece a la federación alcalaína Creciendo Unidas.