El Guadalquivir es testigo de la fe en Santiago Apóstol
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Se arremolinaron los fieles en torno al Centro de Visitantes “Torre del Vinagre” para esperar a los últimos jinetes que acompañarían a Santiago Apóstol en su peregrinar hacia Coto Ríos. Ya se escucharon los primeros vítores en honor del Santo Patrón antes de emprender la marcha, y con ellos, los primeros cantos. Abrazos, besos y miradas a él, conscientes de que el gran día ya había llegado. Se inició el tránsito, empujando el carro que transportaba al Apóstol, pues los bueyes que otrora tiraban de la carreta, descansaron en esta ocasión.
Los primeros compases de la romería abrieron el cortejo, distanciándose la cabeza de la cola, ya que la pendiente que bajaba hasta el punto de destino, hizo que el ritmo marcado fuera difícil de seguir. Tras el carruaje, fieles, los mismos que no desaprovecharon la oportunidad de predicar su amor por el protector de su población.
Los remolques, carrillos y maleteros se mostraron repletos de víveres para aguantar el camino, esos que pronto fueron desgastados entre hermanos, a la sofocante luz del sol, que rompió las ilusiones de un camino romero sin sofocos por el calor. “La recta, la primera parada la hacemos en la recta”, se iban comunicando entre devotos. Un trago, un respiro y reanudado el tránsito. Los jinetes se apostaron entre olivos, compartiendo entre ellos las viandas preparadas y aguardando con ganas la llegada al Guadalquivir. Muchas voces se diseminaban en el aire, entrelazando acentos de fuera de la comarca, señal inequívoca de una migración pasada que buscó el pan lejos de Coto Ríos.
A la altura del Hotel Mirasierra se realizó el segundo descanso, este más largo, para dejar pasar al tráfico que se abalanzaba a izquierda y derecha. Tras la segunda toma de fuerzas, se continúo hasta la orilla del esperado Guadalquivir, dejando pasar a los jinetes a la cabecera para resguardar el paso del río. En dos hileras, abrieron camino para que los fieles empujaran el transporte del Santo Patrón para cruzar las aguas. Se llegó a la otra orilla y las sonrisas florecieron, pues, un año más, el Apóstol había bendecido los pasos de sus fieles.
“Hemos venido este año porque fue donde conocí a mi futuro marido. Además, estuve aquí de maestra y aún mantengo muchas amistades”, ha dicho María del Carmen Osuna Carmona. Soraya Talavera Sánchez ha resaltado que este es un día muy especial para todos por ser el de su patrón. “Es un orgullo estar hoy con él, poder acompañarlo y engrandecerlo”, ha añadido. Asimismo, Ernesta Castillo Fuentes ha destacado que es de la Loma Mariángela, pero es como si fuera de Coto Ríos. “Ahora se baja hasta el pueblo, y luego hacemos una comida para todos nuestros romeros”, ha agregado. “El año pasado no pudimos venir, pero cada vez que se presenta la oportunidad, venimos a la esta gran romería de Santiago Apóstol”, ha apostillado Héctor Ibáñez Castillo. Encarnación Punzano González ha contado que este día significa todo. “Llevamos una semana trabajando muy duro para que todo estuviera listo y disfrutar del día grande del pueblo”, ha aseverado.