El algodoncillo se vuelve un problema en las comarcas jiennenses

Villanueva del Arzobispo, Mengíbar o Jimena sufren los efectos de la plaga
Olivares de la zona de Villanueva del Arzobispo afectados por la plaga de algodoncillo.
Elisabeth Ruiz Martínez

El notable incremento de las poblaciones de algodoncillo en muchas comarcas de la provincia, así como en Andalucía, comienza a ser una preocupación para el sector olivarero. El año pasado miles de hectáreas fueron afectadas y, lo que hasta el momento era una plaga sin importancia, en algunas zonas Jaén ya es un peligro. Juan Carlos Hervás, agrónomo y director técnico de la API “Alto Guadalquivir” de COAG, afirma que es una “plaga secundaria del olivar y que nunca ha hecho daño” al mismo. “Históricamente, nunca hemos hecho tratamientos contra el algodoncillo. Convive con nosotros, pero no hemos llegado a tener pérdidas”, resalta Hervás, para agregar que llevan dos o tres años en los que “las condiciones están cambiando”. “Desde la sequía, los olivos están más estresados, y el cambio climático, con calor de forma más temprana y los inviernos más suaves, hace que los adultos del algodoncillo pasen la temporada invernal”, destaca Hervás.

Asimismo, pone el acento en que “en zonas y parcelas muy concretas llega a ser un problema, pero no es algo generalizado”. Por otra parte, afirmó que Villanueva del Arzobispo “es el punto cero del algodoncillo porque tiene unas condiciones particulares y ya ha llegado a ser un problema que ha hecho daño al cultivo e incluso ha provocado pérdidas de un sesenta y un ochenta por ciento de la cosecha”. Asimismo, asevera que también se experimenta el daño de esta plaga en parcelas de Jimena y Mengíbar. “Está difuminado por toda la provincia, pero son zonas con características concretas”, agrega. “El aumento de temperaturas hace que el insecto pueda pasar el invierno fácilmente”. Por otra parte, también hace hincapié en que no se usan insecticidas. “Hace diez o quince años se utilizaban por norma, pero actualmente no. Sólo se utilizan cuando son necesario”, apostilla.

“Esta plaga es muy técnica. El insecto se refugia en el algodón que genera al alimentarse de la sabia del olivo y, cuando hacemos el tratamiento, no llegamos a mojarlo, por lo que no lo matamos con el insecticida. Tenemos que buscar el momento exacto en el que la ninfa está expuesta, que es justo en estas fechas”, añade Hervás. Asimismo, pone el acento en que deben de ser productos muy concretos, “por eso la labor técnica aquí es muy importante y los agricultores tienen que hacer caso” y la planta debe ser mojada muy bien, “casi demasiado para que ese insecticida moje al adulto del algodoncillo que está refugiado”. Hervás pidió a los agricultores tranquilidad. “Es una plaga que se controla si se hacen las cosas bien”. “No hay que crear una alarma general porque se puede convivir con ella, como se ha hecho hasta ahora”, concluyó Hervás.