Chiclana de Segura se une en fe y devoción en su día grande
VÍDEO
Poco se imaginaría Carlos III la disyuntiva que creó entre Venta de los Santos y Chiclana de Segura cuando fundó en 1767, mediante los Fueros de las Nuevas Poblaciones, Montizón. Todo se vio alterado entre los venteros y los chiclaneros, hasta la fe. El Cristo de la Expiración y la Virgen de Nazaret, santos idolatrados de ambas poblaciones que tuvieron que ver sus caminos separados por el decreto regio del siglo XVIII, informa Pablo Espinosa Luna
El azar quiso que, en un principio, Chiclana de Segura venerase al Santísimo Cristo de la Expiración, y Venta de los Santos tuviera como patrona a Nuestra Señora de Nazaret. Pero, quizá por intervención divina, las tornas se cambiaron y la Virgen de Nazaret se encumbró para siempre en Santa Patrona de los chiclaneros.
A las 20:00 horas de la tarde, estuvo previsto el regreso de Nuestra Señora de Nazaret al templo parroquial de San Pedro. Los vecinos, aguardaron en el interior del santuario de la patrona, ubicado en el paraje “Descansadero de la Carrasca”, a medio camino entre las poblaciones de Chiclana de Segura y Venta de los Santos. Impacientes, la campana repicó la hora y los cargadores portaron sobres sus hombros a la Virgen de Nazaret hacia la salida de la ermita. El primer rayo de sol que alumbró su rostro, hizo sonar los instrumentos de viento metal y la percusión de la Banda de Música Antonio Vivaldi, la cual acompañó todo el recorrido de vuelta a la comitiva. Salieron a la carretera y tras unos 200 metros, el trono de madera se posó frente al remolque que portaría a la Señora de Chiclana de nuevo hasta la población.
El trayecto, con una pendiente que haría temblar hasta a los vencedores del Tourmalet, se hizo a un ritmo acelerado, pues las nubes y el frío hicieron presagiar una noche ventosa y gélida. Remolcada hasta el cementerio, volvieron a hacer acto de presencia los porteadores de la Santa Patrona. Callejuelas y estrechas esquinas conjugaron con melodías como “Esperanza Macarena” o “Triana” para desembocar en la lonja de la Iglesia de San Pedro. Ya solo quedó subastar los mantos de los santos y esperar un año más.