Catorce años de prisión por el homicidio del temporero en Frailes

En marzo, un jurado popular declaró culpables a Laurentiu V. I. y Sebastien I. H. de haber propinado una paliza mortal a un compatriota, Cristinel N.
Los acusados abandonan la sala de vistas de la Audiencia Provincial tras conocer el veredicto / Foto: Manu Ibáñez.
Manu Ibáñez

La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Jaén condena a catorce años de prisión a Laurentiu V. I. y Sebastien I. H., los dos temporeros rumanos de 35 y 21 años, respectivamente, a los que un jurado popular declaró, el pasado 18 de marzo, culpables de haber matado de una paliza a un compatriota, Cristinel N., de 41, el día de Año Nuevo de 2020 en Frailes. Se trata de un castigo ligeramente inferior al solicitado por la Fiscalía, que, en un primer momento, pidió 19 años de cárcel para ambos por un delito de asesinato con el agravante de alevosía. No obstante, tras la celebración del juicio, se decantó por el homicidio al considerar que los acusados podrían haber agredido a la víctima tras una amenaza previa de esta y rebajó su solicitud de condena a 12 años entre rejas. Sin embargo, una vez escuchado el veredicto del jurado, que declaró a Laurentiu y Sebastien culpables de un delito de homicidio con el agravante de abuso de autoridad, volvió a elevar su petición, esta vez, a 15 años de cárcel. La acusación particular, ejercida por la familia del fallecido, solicitó en su calificación inicial una condena de 25 años de prisión también por un delito de asesinato, pero, tras el veredicto, se adhirió a la petición del Ministerio Público. Por su parte, los dos letrados de la defensa demandaron el castigo mínimo contemplado por la ley para el delito de homicidio: 12 años, 6 meses y un día entre rejas. Además de la pena de prisión, se impone a los condenados como castigo indemnizar, en concepto de responsabilidad civil, con 194.000 euros a los familiares de Cristinel —69.000 euros para cada uno de los padres y 28.000 euros para cada uno de los dos hermanos—. El acuerdo para el veredicto de homicidio se adoptó con ocho votos a favor y uno en contra, y se rechazó por unanimidad el delito de asesinato. El jurado tampoco consideró probados ni los agravantes de alevosía y ensañamiento —pedidos inicialmente por la Fiscalía y la acusación particular, respectivamente—, ni los atenuantes de embriaguez y legítima defensa que solicitaron los letrados de las defensas.

LOS HECHOS

El 1 de enero de 2020, Cristinel N. apareció muerto fruto de una paliza en la casa en la que vivía en Frailes durante la temporada de recogida de aceituna. Se detuvo a otros dos temporeros, Laurentiu V. I. y Sebastien I. H., como sospechosos de asesinato. Según el escrito de calificación provisional de la Fiscalía, el día de los hechos, aquel mismo 1 de enero, Cristinel se encontraba por la tarde en la segunda planta de la casa y bajó a la primera, donde estaban Laurentiu, Sebastien y otro compatriota, hermanastro de este último, “para quejarse del ruido que estaban formando”. El Ministerio Público describía que ambos acusados “se abalanzaron” sobre Cristinel “con el ánimo de causarle la muerte y con una agresividad extrema”, y le propinaron, sin que la víctima pudiera defenderse, “todo tipo de golpes” en diversas partes del cuerpo incluso usando varias sillas metálicas “con tal violencia” que hasta las rompieron.

SE DECLARARON INOCENTES

Los acusados no abrieron la boca hasta el pasado 15 de marzo, primer día del juicio en el que se sentaron en el banquillo de la sala de vistas de la Audiencia Provincial. Ambos aseguraron que el día de marras estuvieron bebiendo vino junto al hermanastro de Sebastien y que luego fueron hasta la casa de Cristinel, donde también vivía el hermanastro y en cuya puerta el propio Cristinel les invitó a pasar para seguir regalando el gaznate. Allí, entre copa y copa, vieron varios vídeos de música rumana hasta que la víctima subió a la segunda planta a por tabaco. “Bajó con un cuchillo jamonero, me lo puso en el cuello y decía que me quería matar”, afirmó el menor de los acusados, Sebastien. Según su versión, que coincidió con la del otro reo, para defenderse le hizo “una llave” a Cristinel y le propinó un único puñetazo en el hombro que le hizo perder el cuchillo. “Le dije que se dejara de tonterías porque habíamos venido a España a trabajar”. Tras ello, de acuerdo a su testimonio, los dos salieron de allí corriendo, aunque a la Cristinel le dio tiempo de coger un palo y pegar a Sebastien en un tobillo. Ambos acusados aseveraron que, cuando se fueron, Cristinel se quedó con su compañero de piso y aún estaba vivo, que se refugiaron en su casa y que no supieron que la víctima había muerto hasta que ese otro inquilino, el hermanastro, se lo comunicó, tres horas más tarde. Cuando fueron a comprobarlo a casa de Cristinel, la Guardia Civil ya estaba allí y les detuvo. “Nosotros no lo vimos muerto”, apuntaron. ¿Por qué no contaron todo esto hasta entonces? Según explicaron, porque, en su momento, sus abogados de oficio les aconsejaron que no declararan alegando que no recordaban nada de lo sucedido al estar borrachos por la gran ingesta de vino.

EL HERMANASTRO

Esa versión de los hechos chocaba de manera frontal contra la que dio en la instrucción el único testigo, el hermanastro de Sebastien. El suyo fue el principal testimonio en el que la Fiscalía y la acusación se basaron para calificar los hechos. Tanto ante la Guardia Civil como ante el juez de instrucción este hombre declaró que los dos acusados comenzaron a dar a Cristinel la paliza que le quitó la vida y que, en mitad de la agresión, salió a la calle para pedir ayuda. A pesar de ello, no declaró en el juicio de este whodunit de manual porque se encontraba en paradero desconocido. Los dos acusados declararon que sólo sabían que ahora trabajaba cuidando ovejas en Rumanía. Sebastien dijo de él que “está mal de la cabeza” y sugirió su posible autoría del crimen: “A lo mejor lo ha matado mi hermano —a Cristinel—”.

LA CARTA

Los abogados de la defensa trataron de aportar a la causa, una vez iniciado ya el juicio, una carta sellada en la Corte de Rumanía en la que el hermanastro de Sebastien se retracta de lo declarado en la instrucción y viene a autoinculparse, pero la magistrada presidenta la rechazó al considerar que “carece de credibilidad”. El jurado, por ende, no pudo tener en cuenta esa versión escrita de lo acontecido aquel 1 de enero de 2020. Por ello, los letrados anunciaron que recurrirán el veredicto al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y pedirán la revisión del juicio.

SIN PRUEBAS BIOLÓGICAS

El primer día de juicio, el fiscal mostró unas fotografías de los informes periciales en las que se ven muestras de sangre en las zapatillas que llevaban los acusados el día de los hechos, pero Laurentiu aseguró que ese calzado no era el suyo, mientras que Sebastien sí reconoció sus prendas en las imágenes. Sin embargo, el “quid” de la cuestión es otro: más de dos años después de la recopilación de las pruebas, aún no hay resultados que confirmen ni que desmientan que los restos encontrados en esas zapatillas fueran de la sangre de Cristinel. Así lo indicaron los agentes de la policía científica de la Guardia Civil que tomaron las muestras y que comparecieron como peritos en el juicio.