Cantos romeros al paso del patrón de Montizón
Los amantes de la sierra y devotos de San Isidro Labrador ansían con ganas la celebración de su día. Los preparativos comienzan con bastante antelación. Muchas personas alargan la jornada romera, por lo que preparan con mucho mimo su estancia en este pequeño rincón de Sierra Morena, próximo al embalse del Dañador.
Con los primeros rayos de sol, los fieles esperaban en la plaza Doctor Rey Martínez de Montizón a que el reloj marcara la hora programada. Cuando ese momento llegó, portaron al patrón de este municipio de El Condado a un tractor, que se encargó de llevarlo por las vías colindantes. Un año más, la carroza en la que se encontraba la imagen volvió a ser espectacular. Entre flores y platos ornamentales, San Isidro Labrador brilló más que nunca más.
A continuación, la procesión continúo en Aldeahermosa. En la entrada del municipio, los romeros y fieles lo esperaban. La procesión comenzó en la calle Úbeda que, un año más, volvió a congregar a un gran número de devotos. A medida que avanzaba por el resto de vías de la pedanía, las ventanas se abrían de par en par para contemplar al patrón del campo. La calle Real despidió a San Isidro Labrador que, seguidamente, siguió con su recorrido en Venta de los Santos. La avenida principal albergó música y bailes romeros. Las letras hablaban de una gran devoción hacia el santo, así como del valor de las tradiciones. En ambas pedanías, la carroza se paró en las puertas de las respectivas iglesias, donde el repique de campanas lo recibió.
Los montizoneros avanzaron hasta la sala de máquinas, donde el coro rociero “Brisas del Dañador”, de Venta de los Santos, le dedicó cuatro canciones. Entre aplausos y vítores, los romeros elevaron al patrón al cielo y lo trasladaron hasta la plaza de su ermita para, a continuación, celebrar una solemne misa, que contó con el toque musical del coro “Aires de Aldeahermosa”. El enclave, ya a rebosar, se puso en pie para recibir a San Isidro Labrador. Tras una magnífica jornada religiosa, los romeros disfrutaron en sus hatos de una jornada de convivencia en la que un cielo despejado y unas altas temperaturas reinaron. Un año más, San Isidro Labrador dejó momentos memorables.