Cañada de la Madera: La fe de un lugar atado al tiempo
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La fe, como el hambre, o el miedo, es una sensación que no puede describirse si no se ha sentido en cuerpo propio. La fe hace que las manos sigan trabajando por un futuro mejor, incluso cuando el dolor en las articulaciones se hace insoportable. Los antiguos arrojadores que trabajaron el lugar, tuvieron a bien –entre suspiro y suspiro– bautizar aquel paraje entre los términos de Villanueva del Arzobispo e Iznatoraf como Cañada de la Madera. Bañado por pinos, surcado por arroyos y bendecidos por la imagen de Jesús, Jesús del Monte.
Cuenta la leyenda, como muchas por tierras jiennenses, que la imagen fue encontrada por unos leñadores y guardada en uno de los cortijos diseminados por la zona. Según los vecinos, esta tradición “centenaria” transitó del cobijo familiar a la veneración popular en 1965, como marca la fachada de la ermita donde reposa la divina figura del Hijo de Dios, la misma que pasó de proteger trabajadores de la madera a proteger olivareros. La mañana amaneció tranquila, sin que nada hiciera sospechar que la verbena de la noche anterior se alargó hasta altas horas de la madrugada. Comenzaron a aglutinarse los primeros fieles en torno a la barra instalada por los hermanos de la Cofradía del Prendimiento villanovense, siendo la siguiente parada el interior del templo. La misa, oficiada por el párroco Juan Carlos Córdoba, y amenizada por el coro parroquial, dio paso al estallido en júbilo de los feligreses, pues el Señor volvería a bendecir con su mirada los campos que alimentan a su pueblo.
Encumbraron al cielo la divina imagen y se descendieron las escaleras de piedra con sumo cuidado para no poner en riesgo el patrimonio religioso de aquel rincón. El itinerario, caracterizado por su corta duración, estuvo armonizado por “Charangaleja”, que siguió los pasos de los portadores hasta el cruce del arroyo de la Madera, lindero entre las tierras villanovenses y las torafeñas. En el retorno, la devoción hizo que la talla de Jesús del Monte tocara el cielo, siendo rogado por los fieles para que cuidase de sus cultivos, sustento de sus familias.