Apoteósica recreación del pasado en Alcaudete
Las Fiestas Calatravas de Alcaudete alcanzarán en 2025 su vigésima edición. Sin embargo, en estas casi dos décadas gracias al empuje del tejido asociativo, la celebración ha demostrado su capacidad de reinvención y de superación. La última edición se ha convertido en un multitudinario escenario en el que alcaudetenses y visitantes se funden para recordar un pasado épico y de esplendor, concretamente, la época medieval en la que fue frontera entre los castellanos, con las huestes calatravas al frente, y el reino nazarí de Granada. La celebración tuvo como espectacular escenario el castillo, su entorno y otras zonas del casco histórico. Fueron cientos las personas ataviadas, de una madera fidedigna, a la usanza de los cristianos o los andalusíes que poblaban el sur de España en los siglos XIII y XIV.
La programación de la jornada principal comenzó al caer la tarde y bajar la temperatura. El pasacalles resultó, sencillamente, espectacular. Una abigarrada comitiva cubrió la distancia que separa el entorno del parque de la Fuensanta y la Plaza del 28 de Febrero, a la vera del Ayuntamiento. Entre quienes formaban parte de la comitiva estaban diversos colectivos de recreadores, asociaciones locales e incluso miembros de la Corporación Municipal, encabezados por la alcaldesa, Yolanda Caballero. Después de que culminará el recorrido comenzó el momento culminante de las Fiestas Calatravas. Fue una auténtica superproducción con cientos de participantes en la que se escenificó el asalto a la Villa. Castellanos y andalusíes, perfectamente caracterizados, lucharon por hacerse con la preciada población de Alcaudete. La noche dio pie al disfrute y la convivencia, entre viandas y bebidas. A la par, se ofrecían diversas demostraciones y había talleres.
“Aquí estamos todos los años ayudando en todo lo que nos sea posible. Los desfiles y las barras consiguen mover mucho a la gente”, manifiesta Eduardo Carrillo. José Francisco Castillo era el capitán del bando nazarí, uno de los encargados de realizar la representación del asalto a la villa. “Ayudo a organizar el pasacalles y voy caracterizada de campesina. En el asalto a la villa también tengo cierta participación”, apostilla Almudena García. Ana Pérez comparte que la fiesta es una tradición de casi dos décadas “que no hay que perder”. “Este año tengo el papel de mora. Cada año se alterna entre moros y cristianos. Desde niña he vivido la fiesta con ilusión”, asegura María Carrillo.