Ana Belén Flores: “Es una forma de mostrar lo que uno lleva dentro”
LA ENTREVISTA
Ana Belén Flores Castillo, impulsora de la iniciativa ‘Manos de Lana’, es una persona con gran creatividad. Realiza jabones de lana y, en sus talleres como el que imparte este fin de semana en la VI Feria de la Trashumancia de Santiago-Pontones, enseña a los demás a poder hacerlos.
—¿Cómo fue que aprendió a hacer este tipo de jabón?
—Mis abuelos ya se dedicaban a trabajar la lana. Hacían colchones, también la hilaban y la trabajaban pues como se hacía antes. Eso quedó en mis raíces y es algo que yo aprendí de lo que he visto en mi casa. Ya más adelante pues, mi madre y las vecinas se juntaban en la casa para coser una falda, otra hacía punto y, como es normal, siempre había hilos en el suelo. Entonces lo que yo hacía era recoger todos los deshechos que ellas tiraban y yo los convertía en otras cosas.
—¿Cuándo decidió dedicarse a este trabajo artesanal?
—Yo estudié radioterapia y comencé a trabajar. A mí me gusta mucho lo que hago, pero necesitaba algo más. Yo empecé a trabajar en Madrid y allí había más cosas en las tiendas de manualidades que las que puedes encontrar en el pueblo. Ahí fue cuando yo descubrí la lana desde otro punto de vista. Entonces en lo que era mis ratos libres yo quedaba con los pacientes para afiltrarla, pero con una aguja. Hacíamos cositas creativas y a nivel terapéutico. Ya más adelante empecé a hacer yo mis proyectos. Vi un jabón en internet y el primero que yo hice, como no tenía lana en casa, lo hice con el pelo de la capa más interna de mis perros, que eran pomeranian y era muy similar a la lana de merino. A partir de ahí fue como una señal que me decía: Dedícate a esto. Aunque seguía trabajando con la radioterapia, decidí interesarme más por el mundo de la materia prima, de cómo procesar la lana, de tener mi propia lana a pequeña escala y también de dónde comprar. Vendía mis jabones en ferias y también hacía talleres para enseñar cómo trabajar la lana.
—¿Cuál es el propósito del taller de jabones de lana?
—Yo lo que hago con la lana no es solamente trabajar con ella y le doy ese toque de materia prima olvidada y de reconocimiento a nivel de darle valor como recurso olvidado pero, sobre todo, es como un vehículo de dar al mundo lo que uno tiene dentro.
—¿En qué va a consistir?
—Yo ya llevo los jabones de aceite de oliva, aceite de coco, manteca de karité y arcilla verde. Yo enseño a crear su propio jabón de lana donde les explico el símil del proceso de creación de una pieza con lana que tiene mucho que ver en cómo nosotros sentimos las emociones. Es decir, a uno le dan un jabón, un trozo de lana que se deshace y lana de colores y un calcetín de media. Entonces, piensan: “¿Y yo ahora qué hago con esto? ¿Cómo convierto esto en lo que me están enseñando?”. Aparece el miedo, la incertidumbre, el proceso creativo de cuando lo están diseñando, la creatividad, los límites, la sorpresa, la impaciencia y el resultado final. Cuando ya se termina, ven los colores, ven que lo han hecho ellos, ven que algo que no pensaban que podrían hacerlo acaba siendo algo muy interesante. También voy haciendo una serie de preguntas y les hago pensar en otros valores que se le pueden dar.
—¿Cuáles son los usos se le pueden dar a este producto?
—El principal objetivo del jabón es que la lana hace de esponja y exfoliante natural. No coge bacterias ni hongos y hace que la pastilla dure mucho más. Lo puedes usar para la cara o el cuerpo y, cuando se deshace la pastilla, puedes usar la lana como un estropajo para limpiar, como ambientador, como exfoliante. Y si lo quieres tirar, es biodegradable.