Aclamo de fe en honor de la Virgen de las Nieves en Pegalajar

Hombres y mujeres se alternan de manera constante en un recorrido largo y simbólico
La Virgen de las Nieves, a su salida de la iglesia de la Santa Cruz. / Elisabeth Ruiz / Diario JAÉN.
Diario de Jaén

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Un año más, los vecinos de Pegalajar se entregan en cuerpo y alma a su patrona, la Virgen de las Nieves, y, es que, si algo caracteriza a los habitantes de este municipio es su fe y devoción infinita, una extraordinaria herencia que pasa de abuelos a padres. Todavía quedaban algunos minutos para que la imagen saliera a recorrer las calles de Pegalajar, cuando en las inmediaciones de la iglesia de la Santa Cruz apenas cabía un solo alfiler. Tanto en la plaza en la que se halla el templo, como en las calles colindantes, vecinos y visitantes aguardaban con ansias la salida de la patrona. La asociación cultural “Amigos de la música” tomó su sitio correspondiente a la espera de que llegara ese instante que ansían todos los pegalajareños. Y, por fin, con la noche abriéndose paso, las anderas elevaron al cielo a la patrona y salieron de la iglesia. Una oleada de aplausos y vítores resonaron en todo el lugar por la emoción acumulada de los feligreses e, incluso, hubo algunos que no pudieron contener unas lágrimas cargadas de emoción y nostalgia por aquellos con los que ya no pueden compartir este día.

A medida que transcurría el desfile procesional, la larga comitiva aumentaba e, incluso, desde los balcones y puertas, fueron muchísimos los devotos que se asomaron para contemplar a la patrona. Los más pequeños también enviaron mensajes de cariño junto a los adultos. Mientras tanto, en la ermita de la Virgen de las Nieves se congregaron otros multitudinarios grupos de feligreses para acompañar a la patrona en su ascenso hasta la iglesia. A unos minutos de volver a su templo, todos se colocaron alrededor de las puertas dejando un pasillo por el que el trono pudiera pasar. Entre aplausos y lágrimas, la imagen volvió a su interior repleta del amor más puro y sincero que el ser humano puede experimentar.

“Tengo 76 años y ningún año me pierdo la procesión. Seguiré viniendo siempre que pueda porque es lo más grande que tengo en mi vida”, aseguró Manuel Mengíbar. Aunque María Romero es de Campillo de Arenas, Pegalajar es como su segunda casa y saca a la Virgen de las Nieves “con una gran devoción”. “Hace varios años que no había muchas mujeres para poder sacar a la imagen, pero por suerte eso ha cambiado para esta celebración”, subrayó Marta García. Abraham Molina es el prioste de la hermandad todo un orgullo para él, especialmente este año al ver cómo la patrona estrenaba saya, “la primera bordada que se le hace”. “Pegalajar es muy devoto de la Virgen de las Nieves. Está muy presente durante todo el año. Es un día en el que recordamos a quienes no están”, apostilló Manuela Quesada.