Rosquillas por San Blas, la tradición que endulza el corazón de Jaén
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San Blas, San Blas, cúrame la garganta... Como cada año, la parroquia de Santa María Magdalena de Jaén pone en marcha su tradicional venta de rosquillas de San Blas. Un manjar jiennense al que pocos pueden resistirse. Prueba de ello, es el río de personas que entran mañana y tarde en al patio del templo en busca de varias bolsas que a buen recaudo deje su salud. Ya sea por sus propiedades curativas o su exquisitez, los compradores recogen sus rosquillas bendecidas con el fin de mantener viva la tradición que se remonta a los años noventa.
La recaudación será para arreglar la torre del campanario
“Va muy bien la venta de este año. El tiempo acompaña y eso hace que la gente se anime a comprar las rosquillas de San Blas y así mantener las costumbres de La Magdalena”, afirmó Jesús Juárez, hermano mayor de la Cofradía de La Clemencia y uno de los 17 voluntarios de este año. Codo con codo, trabaja también Juan López, sacristán de la parroquia y voluntario desde hace 16 años. La recaudación de este año se destinará a una causa muy importante para los fieles del barrio. “Este año, lo tenemos muy claro. El beneficio va a ser para arreglar la torre, que se nos cae, y el tejado de la capilla de Santa Rita, que tiene una gotera muy grande y es urgente”, aseguró el sacristán.
José Antonio, Ana Belén, María Victoria, madre e hija, José María, Jesús y Juan fueron los encargados de repartir los cientos de rosquillas de la pasada tarde. Uno a uno, los voluntarios repartieron a cada jiennense las bendiciones de San Blas. El patio de la parroquia de La Magdalena era un ir y venir de personas llegadas de todos los puntos de la capital. María Isabel Remedios, vecina del Bulevar, subió hasta el señero barrio, por primera vez, para descubrir qué es eso que tanto atrae de las rosquillas. También estuvieron aquellos más fieles, como Lola Pereira, María José García, Carmen Vidal, Andrés García o Manuel Sedeño, que no se pierden la venta ni un año. “Llevamos ya un montón de años. San Blas es el protector de la garganta, sea verdad o sea mentira, nosotros venimos para que no se pierda la tradición y además colaborar con la parroquia”, contó María José García.
La Magdalena unida para preservar la tradición
El furor por las rosquillas bendecidas no queda ahí, pues tal y como afirmó Juan López, los jiennenses llegan de toda la provincia. Desde Martos, Jamilena, Linares o Bailén llegan compradores listos para llevarse cajas y cajas y repartir posteriormente el manjar entre sus vecinos. Todo sea por mantener viva una tradición arraigada en la identidad jiennense. “Es una tradición de la casa, de nuestra tierra y aquí estaremos para que continúe”, expresó el hermano mayor de la cofradía. Este sábado es la solemnidad de San Blas y la parroquia se prepara para vivir uno de los días más esperados de la temporada.