Recluido en un octavo piso por el cambio del ascensor

Antonio Martínez ya puede salir de casa tras dos meses de angustia
A la izquierda, el ascensor cerrado. En medio, Antonio Martínez. A la derecha, elevador instalado en el portal para facilitar la accesibilidad a los vecinos del edificio.
Fran Miranda

Antonio Martínez no sale de su casa desde el día 22 de octubre, y no porque no quiera, sino por la sustitución del ascensor de su edificio. Tiene una discapacidad del 85% y movilidad reducida, puede ponerse en pie e incluso andar con un bastón, pero lo hace con mucha dificultad. Normalmente, cuando sale (o salía) a la calle, lo hace en silla de ruedas.

La palabra con la que define su encierro es “desesperación”. Fue él quien solicitó el cambio de ascensor. “Se estropeaba todo el rato”, dice Antonio, pero el administrador de la finca sostiene que el antiguo era de puerta semiautomática (la interior automática y la exterior manual) y, por lo tanto, inaccesible para personas con discapacidad como Antonio, de ahí el cambio con el que el resto de los vecinos del bloque estuvieron de acuerdo.

Martínez Luque dice que, cuando pueda salir de casa, denunciará el caso por la vía penal. “Llevo dos años de engaños. Me decían: ‘el mes que viene, el mes que viene...’ Nunca llegaba, por lo que me enfadé y dije que hasta que no pusieran el ascensor no pagaría la comunidad”, explica.

Parece que ese día está más cerca que nunca, al menos que el 17 de diciembre, cuando Antonio abrió las puertas de su casa a JAÉN. Entonces, acababan de decirle que igual y el ascensor no estaba listo para el 24 de diciembre. “Me va a dar algo. Cuando me he enterado, me ha subido la tensión”, decía al pensar que iba a pasar Nochebuena en su piso y sin su familia. “Pensaba ir a Madrid para las fiestas. Allí vivía mi hermano mayor, que en paz descanse, y están mis sobrinos y sobrinos-nietos. Me gusta ir de vez en cuando a ver a los chiquillos”, relata Antonio, que no irá a Madrid finalmente, pero sí salió de su casa antes del día 24. La sustitución del ascensor terminó este lunes.

Fueron dos meses justos de encierro en un octavo sin ascensor en plena Avenida de Madrid. Dice que lo pasó peor que en la pandemia de coronavirus. “Como soy una persona con discapacidad, salía con mi mascarilla. Ahora ni eso”, lamenta Antonio.

El 28 de diciembre de 2002 sufrió un ictus, causa de su grado de discapacidad actual. “Los sanitarios tardaron mucho en llegar y no aplicaron el protocolo”, lamenta Martínez, que vive en su piso de la Avenida de Madrid, casi en Puerta Barrera, desde que se casó con su mujer, ya fallecida, hace más de cuarenta años. Es ingeniero técnico industrial, pero opositó y dedicó su trayectoria a dar clases en Huelma, Linares, Arjona, Jaén y Los Villares, donde se jubiló.

El administrador del bloque de viviendas traslada a este periódico que el tiempo habitual para la sustitución de un ascensor es de 6 a 8 semanas, aunque puede haber retrasos. Entre julio y agosto avisaron a los vecinos de que las obras empezarían después de la Feria de San Lucas, por lo que muchos buscaron una alternativa. Antonio no la tiene. Por fortuna, ya puede volver a salir a la calle, pero insiste en que lo primero que hará será denunciar en los juzgados.