Mercedes Sánchez: “Hemos estado abandonados cuatro días y con nuestros muertos en los garajes”
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Testimonio en primera persona de un desastre natural que vivió, vive y nunca podrá olvidar. Su nombre es Mercedes Sánchez Bellido, tiene 43 años, es natural de Porcuna y, desde hace doce años, reside en el municipio valenciano de Paiporta, junto con su marido, Jaume Álvaro, y sus dos niños, también Mercedes y Jaime. Tiene la suerte de trabajar en una consultora multinacional y, en este momento, dispone de carta blanca para regresar al tajo cuando las circunstancias así lo permitan, pero el negocio familiar que dirige su esposo está totalmente perdido.
Regresaba del supermercado, a las seis de tarde, a su vivienda, un tercer piso de la zona más nueva de un municipio que hoy está totalmente irreconocible. Ella se quedó con los niños y el marido subió a su coche para desplazarse hasta un pueblo cercano en el que reside su madre. Fue él, precisamente, quien la llamó, apenas una hora después, para alertarle de que un amigo guardia civil le había comunicado que Paiporta estaba inundado. “Yo me asomé a la ventana y lo vi todo seco”, dice.
A las 19:19 horas, cuando grabó su primer vídeo, empezó a ver desde el balcón cómo entraba por la calle una especie de ola de mar. “Llamé a mi marido rápidamente y le dije que no regresara, que llevaba razón, se estaba inundando todo. A los diez minutos, ya estaban todos los coches flotando, los contenedores, las motos... Eran las 19:32 horas y, media hora después, empezaron a sonar las alarmas en los teléfonos diciendo que Paiporta estaba siendo afectado por una DANA. Increíble, debajo de mi balcón había una torre de coches reventando contra nuestros edificios”, expresa alarmada. Cuenta que vio a sus vecinos subidos en los techos de los vehículos e, incluso, otros dentro de los que imagina que les pasó lo peor. “Fue de película. Todo chocaba contra las puertas de los garajes, que se rompían y succionaban los coches con la gente en el techo”, llora ya sin lágrimas. Desde la convergencia de las calles Moncada y Polonia, fue testigo de una imagen “dantesca”. Sin luz y sin agua, la marea empezó a bajar en torno a las tres de la madrugada, después de alcanzar los más de dos metros de altura. “Nos quedamos encerrados en casa y, al día siguiente, encontramos que no había bomberos, ni máquinas, ni Ejército... Nada de nada. Prácticamente incomunicados, pudo contactar con el cuartel de la Guardia Civil, hecho añicos, y consiguió que su amigo y su familia se alojaran en su casa, donde todavía continúan.
Su testimonio es escalofriante. “Mi marido pudo llegar a Valencia y llegar a pie hasta casa, con el barro hasta arriba. Hemos tenido mucha suerte”, apunta. “Todavía tenemos agua en las dos plantas de garaje y están flotando los vehículos y hay que ver si hay daños estructurales, porque al lado están evacuando edificios”, subraya.
“Soy una montaña rusa de sentimientos. Mi proyecto de vida se lo ha llevado el agua, pero lo más grave es que hay vecinos que no encontramos y que han muerto amigos”, dice Mercedes Sánchez, que ayer mismo recibió un camión repleto de productos procedente de Porcuna. Muestra su enfado por el “abandono” de las administraciones y elogia el trabajo de la Guardia Civil y de esas almas anónimas que trabajan voluntariamente en recuperar todo lo perdido. “No entendemos cómo nos han dejado cuatro días seguidos con nuestros muertos en los garajes”, apunta. Alude descontrol en la organización de la ola de solidaridad española y teme que, al ritmo que va todo, tardarán tiempo en recuperar una normalidad que ya nunca será igual.