La odisea de una pareja jiennense con el apagón
Una historia con final feliz tras un cúmulo de contratiempos. Quienes rondan los cincuenta años recuerdan la serie de dibujos animados “La vuelta al mundo de Willy Fog”, basada en una novela de Julio Verne. El protagonista de la historia, después de una serie de peripecias consigue llegar a su destino en tiempo y también en forma. Salvando las distancias, algo parecido ocurrió con una pareja de recién casados para disfrutar de su merecido viaje de novios. El enlace fue el sábado. Todo iba bien hasta que el flamante matrimonio residente en la capital provincial formado por la jaenera Cristina Carrillo y el linarense Javier Coronado hizo una visita a los padres de la esposa en la zona del Bulevar para recoger unas cosas. Justo cuando se marchaban, dentro del ascensor, los sorprendió el apagón. “No sabíamos exactamente qué había pasado. Sin cobertura en los móviles no podíamos llamar a nadie, así que empezamos a dar porrazos en el ascensor. Entonces un vecino lo escuchó y llamó a mi suegra. La suerte que tuvimos es que fue en la planta baja y no entre dos pisos. Si no habrían sido horas. Mi suegra tenía una llave y abrió. Haciendo fuerza entre los vecinos y nosotros pudimos salir”, describe Coronado, quien calcula en una cuarto de hora el tiempo que vivieron la claustrofóbica sensación dentro del elevador.
Superado ese primer obstáculo, la historia siguió. El siguiente desafío era coger el tren, que salía, a las tres y cuarto, hacia Madrid. Esa opción quedó descartada casi de inmediato, pues los cónyuges fueron conscientes de que se trataba de un apagón nacional. Para complicar más el desafío ni su coche ni el otros familiares, ni siquiera los de Linares, tenía suficiente combustible para llegar sin repostar a la capital de España. “La casualidad es que fuimos a comprar esa tarde y nos encontramos al primo de mi mujer, que también trabaja en Madrid y nos dijo que subiéramos con él, que tenía lleno el depósito”, prosigue. De este modo, los tres llegaron hasta el hotel, situado en Barajas, cerca del aeropuerto en el que debían coger el vuelo hacia Nueva York el martes. “Estábamos en Madrid hacia las once de la noche. Fue angustioso porque durante el camino no había cobertura y se iba agotando la batería. La suerte es que en el hotel sí había luz. De todas formas, poco tiempo después se restableció el suministro en todo Madrid”, evoca el recién casado.
Solo pudieron dormir unas horas, dos o tres, la madrugada del martes porque querían estar temprano en el aeropuerto para conocer de primera mano qué iba a ocurrir, pues todo era incertidumbre. “El vuelo era a las diez y media de la mañana, pero no se sabía si iba a haber atrasos o iba a posponerse hasta el día siguiente”, agrega Javier Coronado. La fortuna fue, de nuevo, benévolos con los dos, pues el vuelo del lunes por la tarde se había suspendido. “Al final pudimos salir a nuestra hora y llegar aquí [en referencia a Nueva York]”, resalta el coprotagonista de la historia. Coronado resume lo acontecido: “Fue un día de muchos nervios, pero salió todo bien, que es lo importante. El lunes nos trasladaremos a la Rivera Maya”.
Problema
El transporte fue uno de los sectores más afectados por el apagón en España, que trastocó todos los planes. El tráfico ferroviario quedó prácticamente suprimido y en el caso del transporte por otros medios, como el autobús, hubo problemas. En cambio se vieron favorecidos los taxistas, un servicio muy demandado durante las horas difíciles. La reducción en la disponibilida de carburante fue otro elemento que entró en liza. Por si fuera poco, sobre todo en las grandes ciudades, se generaron atascos. Y es que ni siquiera funcionaban los semáforos. Sin embargo, el civismo imperó y, por fortuna, no hubo grandes percances que lamentar.