La intrahistoria de Marroquíes Bajos

Profesionales piden financiación para poner en valor el parque arqueológico con más sumas de culturas conocido
Leonor Amaro, durante la visita guiada del pasado viernes a Marroquíes Bajos. / Jason Moyano / Diario JAÉN.
Manuela Rosa Jaenes

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Seis círculos concéntricos, más o menos irregulares, conforman Marroquíes Bajos, el mayor asentamiento que se conoce en el sur peninsular. El que está llamado a ser Parque Arqueológico, de propiedad municipal, se sitúa en frente del centro de salud del Bulevar, en la parcela C, justo donde se localizó, hace más de veinticinco años, el foso cero, el punto de partida de un poblado calcolítico que tiene como una de sus mayores características la suma de culturas que atesora oculta en el subsuelo. Está todo por hacer en un terreno que es la mínima expresión de las ciento treinta hectáreas que ocupa el yacimiento. La quinta edición del Campo Urbano de Voluntariado añade trabajo de excavación, investigación, documentación y conservación a un proyecto inacabado con un potencial turístico de dimensiones grandiosas.

Los profesionales implicados en sacar a la luz todo lo que atesora reclaman financiación para conocer en profundidad la historia de Jaén y que el mundo entero pueda disfrutar de ella. La magnitud y la importancia de Marroquíes Bajos dieron lugar a su inscripción con carácter específico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con la categoría de Zona Arqueológica (Orden de 22 de octubre de 2003). El problema es que la mayor parte fue víctima del “boom de la construcción”. Esa es la verdadera intrahistoria. Nadie supo preservar una verdadera joya maltratada y enterrada.

El Ayuntamiento organiza visitas guiadas, todos los viernes de julio, para que jiennenses y visitantes, previa reserva gratuita, puedan adentrarse en un mundo apasionante que, a ojos del ciudadano de pie, no es más que un solar. Había dos grupos el día 12, a las diez de la mañana, uno con la guía turística Leonor Amaro y otro con su compañera María Teresa Ruiz. Interesante fue el recorrido para explicar “in situ” cómo vivían los jiennenses dos mil quinientos años antes de Cristo, por ejemplo, porque hay documentadas tantas culturas que el trabajo de investigación resulta todo un reto para los arqueólogos. Dirige el Campo de Voluntariado Juan Luis Martínez, encantado con los grupos inscritos este verano para dar algún paso más en las excavaciones. Le acompañan Jorge Sánchez Navarro, Inmaculada Romero Rozúa, Cristofer Bussei Chinchilla, Jorge Martín López y Juan Manuel Peragón Mercado, gente que, de manera altruista, arrima el hombro, algunos porque les va la profesión en ello y otros por pura afición. Al pie del cañón está también la arqueóloga municipal María del Carmen Pérez.

Es curioso que el lugar en el que está datado el origen de la ciudad, que habitualmente se encuentra en lugares perdidos o abandonados, sea hoy en día una de las zonas más cotizadas de la capital para residir. Es donde el metro cuadrado de vivienda está más caro de todo Jaén, otra curiosidad más de todas cuantas se concentran en Marroquíes Bajos, donde los estudiosos tienen más que clara su orientación: la explotación de los recursos agrícolas y el desarrollo de las técnicas hidrológicas necesarias para su aprovechamiento intensivo. En el futuro parque arqueológico se pueden ver los restos de una cisterna romana, un pozo de la misma época, que fue trasladado, piedra a piedra, desde la parcela convertida en un residencial de lujo, enterramientos, casas... Merece la pena la visita y exigir a la Administración un final feliz.

Los testimonios de trabajadores del mayor asentamiento del sur peninsular

Juan Luis Martínez lleva dos años al frente de dirección de la actividad arqueológica en el Campo Urbano de Voluntariado de Marroquíes Bajos, que este año celebra su quinta edición. “Estamos muy satisfechos y agradecidos, porque viene gente sin pedir nada a cambio y, a la vez, aprenden”, señala. Suelen ser estudiantes relacionados con la Arqueología y la Historia, aunque también hay aficionados. “Tenemos gente de Córdoba y Granada y ahora vienen de Cuenca y de Madrid, por lo que algo de atractivo tiene que haber para que los voluntarios de fuera se interesen por Marroquíes Bajos”, dice. Son dos turnos en un mes, en los que se extrae “información muy buena”.

“Estamos trabajando en la parcela C de Marroquíes Bajos, un lugar simbólico porque es donde nace todo, el terreno en el que tenemos el foso cero”. La arqueóloga municipal María del Carmen Pérez justifica de esta forma el hecho de que se haya elegido este solar como futuro parque arqueológico. “Aparte del proceso de intervención arqueológica, trabajamos en la consolidación de los restos y esperamos que en un futuro, a corto plazo, pueda ser un lugar visitable”. En él se pueden contemplar todas las etapas que se han documentado, aunque Marroquíes Bajos es mucho más amplio. “El campo de voluntariado nos permite avanzar en la investigación”, subraya.

El Ayuntamiento organiza varias jornadas de puertas abiertas, todos los viernes de julio, para que jiennenses y visitantes puedan conocer de cerca el tesoro que esconde una de las parcelas del Bulevar. El primer día fue de éxito absoluto, con varios grupos interesados y sorprendidos por lo que atesora la parcela C, donde está el primero de los seis fosos concéntricos en los que se divide Marroquíes Bajos. “Esto nos permite enseñar lo que tenemos y que la gente pueda preguntar directamente a los arqueólogos que se encuentran trabajando todas las dudas o las curiosidades que puedan surgir, expone María Teresa Ruiz, quien califica su trabajo diario de “apasionante”.

“Mostramos a la ciudadanía el trabajo que se hace y la importancia de este yacimiento, no sólo entre los jiennenses, sino también entre la gente de fuera”, expone Leonor Amaro. Guía turística de profesión, subraya: “Es un tesoro que tenemos en la ciudad y, aunque hay mucho trabajo por hacer, la verdad es que ya somos conscientes de que tiene un valor histórico increíble y un gran potencial cuando se ponga en valor y se cree un buen discurso”. Anima a los jiennenses a inscribirse en las visitas, que son previa reserva, para que contemplen la magnitud de la parcela, sorprendente por la suma de culturas que se pueden ver bien explicadas.