Jaén, una tierra muy andaluza
El 28 de febrero es una fecha marcada en rojo en el almanaque. Más allá de las connotaciones festivas, máxime cuando, como este año, da lugar a un puente, se trata de una jornada especial, pues conmemora el día en que un referendo expresó que los andaluces querían ser una comunidad autónoma de primera. Sin embargo, el apoyo en las urnas, aquel 28 de febrero de 1980, fue más que tibio en Jaén. De cualquier manera, el sistema fue respaldado o al menos eso indica el respaldo abrumador en la consulta del 18 de febrero de 2007 de la que salió el Estatuto de Autonomía actual. Los “síes” fueron, hace quince años, el 89,77% de los sufragios emitidos, por encima de la media, del 87,44. De esta manera, el jiennense se mostró como el territorio más entusiasta, solo superado por Huelva. De hecho, hoy en día prácticamente no hay contestación a la pertenencia a la región, aunque sí es ciertos que existen algunos movimientos minoritarios que abogan por crear una nueva división que agrupe a Andalucía oriental y que se está gestando un ente político en torno a la España vaciada, aunque más que en cuestiones culturales o identitarias se centran en el supuesto maltrato sufrido por Jaén y los agravios derivados del déficit de infraestructuras.
Estos vaivenes evidencian las dudas de una sociedad, en un debate, como mínimo de décadas, sobre si Jaén es andaluza o no. Es una cuestión cargada de matices en la que opera también razones históricas. Como punto de partida puede tomarse el poema de Miguel Hernández —oriolano casado con una quesadeña y destinado en la provincia durante parte de la Guerra Civil— titulado “Aceituneros”, actualmente el himno de Jaén. Pues bien, esa célebre pieza lírica es conocida, sobre todo, por su comienzo, con el que autor interpela a los jiennenses. “Andaluces de Jaén”. Por tanto, el escritor, que tan bien conocía esta tierra deja por sentado que los jiennenses con andaluces y, además “aceituneros altivos”.
Tópicos aparte, la cultura, las costumbres, el modo de hablar —tan estudiado por el andujareño Antonio Alcalá Venceslada—, la religiosidad popular, la organización social, la actividad económica, la historia, la agricultura o el paisaje evidencian que Jaén no puede entenderse como algo ajeno a Andalucía, sino que, con sus características propios, forma parte de un todo, eso sí repleto de matices, que le dan más encanto si cabe. Jaén es una tierra considerada como “puerta de Andalucía” porque en ella se encuentra Despeñaperros, históricamente el principal punto de acceso a la región desde el norte. La Junta Suprema de Andújar, de 1835, supuso un precedente fundamental para el posterior andalucismo.
La puesta en duda sobre el carácter andaluz de una tierra donde el PA ha estado presente desde hace décadas, aunque no con un apoyo electoral mayoritario —más allá de algunas alcaldías— no es nueva, aunque se ha atemperado y diluido. En una de las primeras experiencias democráticas españolas, la II República, estos postulados llegaron a adquirir tintes furibundos. Concretamente en 1933, apareció en el periódico semanal Democracia, órgano oficial de expresión de los partidos Radical Socialista y Socialista, un artículo titulado Jaén no es Andalucía, que no se asombre nadie por esta verdad tan seca que casi parece un exabrupto. Con supuestos argumentos basados en la geografía, la historia, el arte y la economía, rechazaba que Jaén fuera Andalucía, pero a renglón seguido tampoco identificaba a esta tierra con Castilla, La Mancha o Levante. El texto defendía un jaenismo, la provincia como un pueblo aparte dentro del rompecabezas con el que identificaba a la nación.
Sin embargo, si se escarba un poco en la historia, en un pasado no tan remoto, aparecen elementos curiosos, desconocidos por muchos. Se trata del origen de la organización territorial actual. La actual provincia de Jaén fue aprobada a finales del año 1833. Fue a través de un Real Decreto en el que se tuvo como base el Reino de Jaén, una figura que data de la Edad Media, concretamente de la conquista por parte del monarca Fernando III. Más allá de las curiosidades de que se incorporaron a la provincia el exclaves granadinos de Bélmez de la Moraleda y Solera —actualmente parte del término municipal huelmense— y de que se excluyeron los municipios de Belmez y Villafranca de las Agujas —desde entonces encuadradas dentro de Córdoba, donde hasta entonces eran enclaves—, hubo incorporación de pueblos de la parte nororiental que hasta entonces eran ajenos a Jaén y, por tanto, a Andalucía. En este sentido, se incorporaron poblaciones que eran hasta entonces parte del Reino de Murcia, Se trataba de Villarrodrigo, Torres de Albanchez, Génave, Siles, Segura de la Sierra, La Puerta y los numerosos núcleos que conforman Santiago-Pontones. A esto hay que sumar los municipios de Montizón, Chiclana de Segura y Beas de Segura —inclusive Arroyo del Ojanco— que estaban adscritos a La Mancha. En total, más de mil kilómetros cuadrados, con una folclore y una idiosincrasia propios. También integran la provincia las Nuevas Poblaciones, un proyecto hecho realidad en la segunda mitad del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, en el que la base estuvo formada por colones centroeuropeos y catalanes, aunque es cierto que después hubo una mezcla con gentes de Jaén y de otros muchos puntos de España.
El debate sobre el carácter andaluz de Jaén estaba presente de forma más o menos etérea incluso antes de se creara el actual sistema autonómico. Los más veteranos tienen muy presente una canción popular, muy famosa en la posguerra, que incluso llegó a ser interpretada por Marisol. La pieza, Hay Quien Dice de Jaén, de la mano de Luisa Linares y Los Galindos, está disponible en la plataforma Youtube. A pesar de su comienzo “Hay quien dice de Jaén que no es su tierra andaluza”, constituye una reivindicación del andalucismo. Para ello rebate la tesis contraria. A quienes defienden que pertenece a Castilla La Nueva —hoy Castilla-La Mancha— le contesta que no se ha oído a un castellano que diga menos eses en un día. Además, se menciona la presencia del Guadalquivir y se hace un repaso de pueblos y de emblemas, como el Santo Rostro y la Virgen de la Cabeza.
Entre quienes se han dedicado a teorizar acerca del andalucismo de la tierra del “mar de olivos” sobresale Manuel Medina Casado, miembro de la Fundación Blas Infante. Hace más de dos décadas que escribió su obra Andalucía desde Jaén. Nuevas aportaciones para entender Jaén en Andalucía. Se trata de un ensayo, certero y sosegado en el que Medina hace un repaso sobre la contribución jiennense a la vasta cultura andaluza y a la historia, con hitos entre los que sobresalen dos batallas fundamentales para el devenir posterior, la de las Navas de Tolosa, en 1212, y la de Bailén,
En 2022, Jaén está totalmente integrada en el engranaje autonómico andaluz y participa, con más o menos entusiasmo, en decenas de actos institucionales y de índole privada en la conmemoración del 28-F. Es más, cada año se entregan las Banderas de Andalucía, una forma con que la Junta busca extender el orgullo colectivo de la mano de personas y proyectos conjuntos que son un referente para la ciudadanía y como un modelo en el que mirarse a lo largo del año.