Jaén beatifica a 124 mártires de la Iglesia en la Catedral
La mañana del 13 de diciembre amaneció en Jaén con cielo nublado y rachas de viento, aunque sin lluvia, en un contexto que no impidió que los alrededores de la Catedral vivieran desde primera hora un ambiente de expectación y recogimiento. A partir de las 09:45 horas, momento en el que se abrieron las puertas del templo, cientos de fieles comenzaron a ocupar sus asientos para asistir a una cita histórica: la solemne beatificación de los 124 mártires de la Iglesia de Jaén del siglo XX, celebrada desde las 11:00 horas en la seo jiennense, quince años después de la última beatificación impulsada por la diócesis, que tuvo lugar en Linares en 2010.
La celebración estuvo presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, en un acto que marca un hito para la Iglesia de Jaén y para la memoria de estos mártires, divididos en dos grupos, que perdieron la vida entre los años 1936 y 1938. La Catedral, escenario de las últimas horas de muchos de ellos antes de su martirio, se convirtió de nuevo en lugar de memoria, fe y reparación, en una liturgia cargada de simbolismo y emoción compartida por los asistentes.
A los pocos minutos de iniciarse la celebración, los balcones interiores del templo desplegaron las imágenes de todos los mártires, que rodeaban visualmente el altar y el coro, situado en el centro de la Catedral, reforzando el carácter solemne del acto. Asimismo, fueron expuestas para su veneración las reliquias de los nuevos beatos en el interior de una urna de beatificación, que fue trasladada procesionalmente hasta el altar ante la atenta mirada de los fieles, en uno de los momentos más significativos de la ceremonia.
La preparación de estas reliquias ha sido el resultado de un proceso arduo y especialmente delicado llevado a cabo en las semanas previas, que incluyó la exhumación de algunos restos de los mártires. Un trabajo minucioso que ha permitido que, hoy, la Iglesia de Jaén honre públicamente el testimonio de fe de quienes dieron su vida en tiempos de persecución, consolidando una jornada histórica que quedará grabada en la memoria colectiva de la diócesis.