Cristóbal Cano: “No descartamos salir a la calle si el aceite no logra un precio razonable”
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Hoy hace justo una semana que Cristóbal Cano Martín (Alcalá la Real, 1981) se convirtió en secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de España, el culmen de un proceso nada fácil. “Hablar con muchos compañeros, animarte a dar el paso, formar un equipo... Es complicado”, confiesa en una entrevista a este periódico, en la que se muestra consciente de que el ámbito federal no es, ni se le parece, al regional ni al provincial: “Hay que establecer muchos equilibrios y que todo el mundo se sienta lo más cómodo posible”. Al final, el río llega al mar. “Es un proceso difícil, pero a su vez enriquecedor”, reconoce Cano Martín, que agradece el apoyo de los jiennenses que se desplazaron a Madrid para arroparle desde Arjona, Jaén o su Alcalá la Real, de la que no se olvida. En total, más de 600 personas que abarrotaron el salón de actos del edificio de la Unión General de Trabajadores (UGT) en el número 25 de la Avenida de América.
—La UPA habla de campo y familia. Cristóbal Cano habla de campo y familia. ¿Qué hace falta para que el modelo productivo ponga a la familia en el centro?
—Es lo que hay que potenciar por parte de las administraciones públicas. El escenario en el campo no es el mismo que el de hace veinte años. Ahora mismo, coexistimos con otras formas de titularidad de las explotaciones, grandes corporaciones que ven la alimentación como un valor seguro para su rentabilidad. Acaparan tierras, acaparan agua... Es un cambio de modelo ante el que no podemos permanecer impasibles, es una forma de agricultura sin agricultores.
—¿Qué beneficios tienen los modelos de agricultura familiar?
—Hacen un uso más sostenible de los recursos, tanto del agua como de los fitosanitarios, los fertilizantes, el manejo del suelo... Ante episodios complicados, el modelo familiar es mucho más resiliente y la economía que genera se queda en el medio rural, da empleo a la gente del pueblo, se invierte en la comarca, se amplían o modernizan las explotaciones con los medios más cercanos. Son todo parabienes.
—El ministro Luis Planas anunció la Ley de Agricultura Familiar en el Congreso de la UPA. ¿Viene a salvaguardar el modelo?
—Sí, de hecho es una normativa que demandamos desde hace muchos años y en la que tenemos puestas muchísimas expectativas. La primera noticia que tuvimos de ella fue durante el discurso de investidura de Pedro Sánchez al inicio de la actual legislatura. Efectivamente, el ministro Planas la trajo como regalo, entre comillas, a la inauguración del 11º Congreso Federal de la UPA. Hemos hecho numerosas aportaciones que debe recoger el texto, que tiene que ser de referencia nacional y un paraguas del que deben colgar normativas autonómicas en esa línea.
—¿Que debe incluir la ley sí o sí?
—Tiene que haber una discriminación positiva para las explotaciones familiares y eso abarca todas las políticas, desde la PAC —Política Agraria Común— al acceso a la tierra, al agua, la incorporación de mujeres a las explotaciones y a los órganos de dirección de cooperativas, y apostar por infraestructuras que son básicas. Tiene que ser un medio rural vivo. Haremos seguimiento para que sea una ley útil, no una de cara a la galería, y que tenga medidas concretas.
“La nueva Ley de Agricultura Familiar debe contemplar una discriminación positiva para el modelo tradicional [...] Ahora coexistimos con corporaciones que ven la alimentación como valor seguro de rentabilidad”
—El alcalde de Alcalá la Real, Marino Aguilera, dice que el olivar tradicional sale reforzado del Congreso Federal de la UPA.
—Debo tener una visión federal, pero uno viene de donde viene y no renunciaré, ni mucho menos, a mis principios y a lo que creo más justo. El olivar tradicional es santo y seña de la UPA de Jaén y de Andalucía. Trabajamos a favor del olivar tradicional y logramos buenos resultados. Por ejemplo, la ayuda asociada en la presente PAC al olivar con dificultades era imposible, no se consiguió nunca en marcos anteriores, incluso cuando había países como Italia que la tenían desde hacía ya mucho tiempo. Recuerdo que, en 2016, la única organización agraria que se manifestó en la puerta del Ministerio por la inclusión de la ayuda asociada fue la UPA. No se logró, pero, después de trabajar mucho, desde 2023 tenemos un presupuesto cerrado de 27 millones de euros para el olivar con mayores dificultades. ¿Conseguimos el objetivo? Conseguimos parte. ¿En que trabajaremos ahora? En que ese presupuesto aumente significativamente.
—¿Qué balance hace la UPA de la última campaña de la aceituna?
—Un balance positivo en cuanto a producción, pero agridulce por el comportamiento de los mercados. Es una mezcla de sensaciones la que compartimos miles de olivareros. Evidentemente, nada tiene que ver esta campaña con las dos anteriores, en las que no hubo cosecha. Esta ha sido media. Lo que sí vemos es cómo, a principios de diciembre, cuando se generalizó la recolección, hubo un hundimiento de precios absolutamente artificial y sin ningún tipo de razón objetiva. Esperamos que esa tendencia suave, pero al alza, se concrete. No tiene ningún tipo de razón con los datos de producción, disponibilidades, demanda y comercialización en la mano. El precio mínimo debe ser de 5 euros para la menor de las calidades, el lampante, y a partir de ahí, que crezca hasta superar en mucho esa cifra para los excelentes virgen extra que produjimos este año.
—¿Se plantea convocar movilizaciones si no hay cambios en el precio a corto o medio plazo?
—Estamos atentos. Vamos a ver cómo evoluciona la situación, pe-ro no descartamos salir de nuevo a las calles para reivindicar lo que es de justicia, un precio razonable para los olivareros y para el conjunto de los consumidores.
—El aceite de oliva ya es parte de los hogares estadounidenses. ¿Qué efectos tendría la política arancelaria de Donald Trump?
—Cualquier traba comercial que se ponga en marcha no suma, evidentemente resta. Los principales perjudicados son los productores y consumidores. Hablamos del mercado norteamericano, que conquistamos poco a poco, donde desplazamos al principal exportador, que era Italia, y no lo podemos descuidar. En torno al 17% de la producción de aceite de oliva que se exporta en España va a Estados Unidos, pero ya sabemos cómo se las gasta la Administración Trump, por lo que a Europa no puede pillarle con el pie cambiado.
—¿Cree que a Europa le pilló con el pie cambiado la primera vez?
—Sí, porque no se sabía que había un responsable político al que le dieran igual los dictámenes de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se pasara por ahí cualquier tipo de respeto institucional... A nadie se le ocurriría que el sector agroalimentario iba a pagar el pato por una disputa aeronáutica y pasó. De eso hay que aprender y la respuesta debe ser a la altura de la importancia que tiene un sector como el del aceite de oliva en la Unión Europea.
—¿El actual marco de la PAC es mejor que el anterior? ¿En qué se puede mejorar el siguiente, que comprenderá 2027-2032?
—En esta PAC se pusieron en marcha medidas muy acertadas que contribuyeron a un reparto más justo y social de las ayudas. Lo primero es trabajar para recuperar presupuesto el próximo marco. Es clave porque, si algo aprendió la sociedad en los últimos años de pandemia, conflictos bélicos y dificultades logísticas, es que la producción de alimentos tiene que ser protegida y hay que salvaguardar la soberanía alimentaria, no podemos depender de terceros países en las cosas del comer. Lo segundo es mejorar el reparto a través de las ayudas asociadas, que están dirigidas a cultivos en crisis; rebajar el techo máximo; implementar nuevos ecorregímenes adaptados a la realidad de las producciones familiares, y agilizar la carga burocrática.
“La oportunidad perdida con la candidatura del paisaje de olivar a Patrimonio de la Humanidad de la Unesco es el claro ejemplo de cómo una mentira, una media verdad... puede dar al traste con un trabajo muy serio y riguroso”
—¿Qué opina de que el paisaje del olivar aspire a Patrimonio de la Humanidad de la Unesco?
—La provincia de Jaén perdió una grandísima oportunidad para contribuir a que el sector fuese más próspero. Era una buena propuesta, iba en la buena dirección y no desviamos el apoyo desde el minuto uno y hasta el final. Si algo me duele es que también se promoviera desde dentro del sector. Esto es un claro ejemplo de cómo una mala información, un bulo, una mentira, una media verdad... puede dar al traste con un trabajo serio, riguroso y avalado por informes tanto del Gobierno como de la Junta.
—¿Animarán a la Diputación Provincial a retomar la iniciativa? La Junta dice que deben ser ellos...
—No entraremos en que sea una administración u otra. Lo que buscamos es que la Unesco reconozca al olivar como un patrimonio mundial que genera riqueza. La que retome la candidatura es lo de menos, lo que queremos es el fin.
—Otro de los grandes problemas del campo es la escasez de agua. ¿Qué se puede hacer para que el reparto sea más justo? ¿Hace falta más infraestructura hídrica para poder guardar más?
—Hay muchísimo por hacer. Por ejemplo, un cambio en la gobernanza del agua donde las organizaciones agrarias tengamos un papel más activo que el que tenemos hoy. Hace falta una revolución en los organismos de cuenca, en los que no entran todavía los aires democráticos, y no dar ni un paso atrás en generación de nuevos recursos e infraestructuras para ampliar la capacidad de embalse de agua, aguas regeneradas y desaladas a precios razonables, y un reparto que prime los criterios de retorno económico y justicia social.
—¿Exigirá a las administraciones públicas las conducciones de Siles y la construcción de la presa de Cerrada de la Puerta?
—Sí. Cuando hay una infraestructura, lo que queremos es que esté en servicio en el menor tiempo posible y que sirva para lo que se diseñó. En el caso de Siles, no es necesario vincular el riego a la construcción de las canalizaciones. Trabajamos sobre proyectos reales que permiten regar sin esa infraestructura y todo depende de la voluntad en la agilización de la asignación de recursos, que está en la recta final. Espero que las comunidades de regantes puedan tener las concesiones muy pronto. El caso de la presa de Cerrada de la Puerta, es una infraestructura absolutamente necesaria y generaría un volumen grande de recursos que podrían quedarse en zonas donde hay mucha necesidad de regadío.
—¿Está extendida la idea de agricultura y sostenibilidad entre los profesionales del campo?
—Más de lo que la sociedad percibe. Hay partes interesadas en el negacionismo del cambio climático, de la Agenda 2030... Hay quien quiere pescar en el río revuelto de las movilizaciones e introducir algunas cuestiones en el debate que nada tienen que ver con los intereses de agricultores y ganaderos.
“La construcción de la presa de Cerrada de la Puerta es una prioridad... es absolutamente necesaria y generaría un gran volumen de recursos hídricos para las zonas en las que hay mucha necesidad de regadío”
—¿Qué opinión tiene de la megaplanta fotovoltaica de Lopera?
—Disminuir la superficie agraria útil frente a las plantas fotovoltaicas no es el camino. Detrás de todo solo hay intereses económicos.
—¿Cómo valora el apoyo de los suyos en los retos que afronta?
—Es fundamental. Estoy seguro de que, si no fuera por el apoyo de mi familia, no podría estar donde estoy.
—Sus predecesores en el cargo lo ven como secretario general durante los próximos 25 años.
—No van a ser (risas). Si las matemáticas no me fallan, dentro de 25 años tendré 70. Y no me veo en esta vorágine con esa edad (risas).