A prisión por agredir sexualmente a la hijastra de su hijo en Jaén

La sentencia le impone seis años de cárcel, tres por cada ataque perpetrado contra la menor
Acceso a la Audiencia Provincial de Jaén, en una imagen de archivo.
Diario de Jaén

Una auténtica monstruosidad. Un individuo nacido en 1960 fue condenado por la Audiencia Provincial como autor de dos delitos de agresión sexual. La sentencia, adoptada por conformidad, le impone seis años, tres por cada uno de los ataques perpetrados contra una menor, hijastra de su hijo. Cuando ocurrieron los hechos, la niña tenía solo once años.

Los magistrados prohíben al individuo que se acerque a menos de doscientos metros del domicilio, el lugar del estudio o el sitio donde esté la víctima, con la que tampoco se podrá comunicar, durante diez años por cada uno de los delitos por encima de la pena de prisión impuesta, así como la imposición de una medida de libertad vigilada durante seis años por cada agresión, que se ejecutará con posterioridad a la pena de prisión impuesta, consistente en la obligación de participar en programas formativos y de educación sexual. Aparte queda inhabilitado para cualquier profesión, oficio o actividad, con o sin retribución, que suponga contacto regular y directo con menores de edad durante quince años por cada uno de los delitos. En concepto de responsabilidad civil, ha de pagar a la afectada, a través de su madre, como representante legal, 10.000 euros por los daños morales infligidos.

Los hechos ocurrieron en Jaén. A finales de 2022, el delincuente, aparte de hacer tocamientos a la niña, la colocó hasta juntar sus genitales a la vez que se movía de forma lasciva. No paró pese a la oposición de la damnificada y solo se detuvo al despertar el hermano de esta, que era su propio nieto. El segundo ataque, en primavera de 2023, hubo de nuevo tocamientos y interior, y el sujeto se colocó de manera que frotaba de forma lasciva sus órganos genitales con los de la menor. Una vez más no cesó a pesar del rechazo patente de la víctima. De nuevo estaba presente en la escena el niño, que, de forma indirecta, frustró que continuara la conducta, pues a resultas de la acción cayó y empezó a llorar. Los episodios causaron a la víctima ansiedad social y problemas de regulación emocional.