“A poco que acompañe el tiempo ‘La Ardilla Vuelve’ será espectacular”
LA ENTREVISTA
Junto con su esposa, Natividad Esquinas, y su amigo Berna García, Pedro Martos es el alma de la Asociación Mototurística La Ardilla Vuelve. Del 27 al 29 de enero, el colectivo prepara un encuentro de moteros de igual nombre en La Guardia de Jaén.
—¿Qué es la Asociación Mototurística la Ardilla Vuelve, de la que usted es fundador y presidente?
—Es una asociación que se montó para recuperar y retomar un evento que se hacía en Jaén en los años 80 y los 90, concretamente el parque periurbano de la Cañada de las Hazadillas. Aquello se llamaba “La Ardilla” y lo organizaba un club de mototurismo de Jaén. De joven estuve allí y sé de mucha gente que asistía a esa reunión motera invernal. Desapareció el colectivo y el sitio pasó a manos de la Junta y el Ayuntamiento, de manera que todo quedó en el olvido. Yo retomé la moto hace seis años, con unos amigos echamos a andar la asociación. Presentamos el proyecto en varios municipios hasta que, por suerte, el Ayuntamiento de La Guardia acepto acoger el encuentro. Vimos que había instalaciones adecuadas para este tipo de actividad en la zona de las Allanadas del Santo. El Ayuntamiento guardeño pone unas cosas y nosotros, otras. Así pudimos retomar aquel viejo evento. Se hizo en 2019 y 2020, luego se suspendió durante dos años por la pandemia, y en 2023 será el regreso.
—¿Qué puede adelantar?
—Será el último fin de semana de enero en las Allanadas del Santo. Los moteros estarán acampados allí. En Andalucía no hay otra reunión invernal que dure en días. No tengo ni idea de cuánta gente puede venir. Lo que sí tengo claro es que, después de haber hecho 150.000 kilómetros en seis años para mover “La Ardilla”, a poco que haga buen tiempo será algo espectacular. Sé que habrá mucha gente de Jaén, en particular el domingo 29, con 2.000 motos o más solo para la ruta. El viernes 27, tendremos la bienvenida y tomaremos las uvas moteras del año en Jaén. Contaremos con conferenciantes todo el fin de semana, desde gente con un podcast muy importante, a un motero con un proyecto de viajes mototurístico por África al motero argentino Gabriel Vissio, que lleva once años dando la vuelta al mundo y ha escrito un libro. El sábado y el domingo presentaremos la ruta Iron Andalucía 2023. Vendrá un piloto que compite en clásicas en el Campeonato de España y la TT de la Isla de Man. Mi pegatina está en su moto todo 2023. El domingo será el día de rutas. Una por Jaén, con la que las motos llegarán hasta las inmediaciones de la catedral; otra, por los pueblos de Mágina y una tercera por pistas “off-road”, hasta Noalejo. Este año, como particularidad, Carchelejo es el pueblo amigo. Las tres rutas confluirán allí y habrá una sorpresa para los participantes. Se acabará con la entrega de placas. A lo largo del fin de semana habrá varias actuaciones y una rifa. Contaremos con servicio de barra y churrería. Esperamos que haya moteros de toda España, Francia, Portugal, Bélgica e Italia, entre otros países.
—¿Cuál es su relación con el mundo de las motocicletas?
—Es una relación de siempre, desde joven. Iba a “La Ardilla” en 1995. Dejé la moto por circunstancias de trabajo y la retomé hace seis años. Siempre quise tener una y cuando mis dos hijos crecieron empecé a tiempo para seguir con mi afición. Compré una moto de segundo mano, Olivia, con veinticinco años, verde y comprada en Torredonjimeno. La conoce todo el mundo. Ahora he comprado una segunda moto. Olivia y yo estábamos desahuciados, nos encontramos hace seis años y somos inseparables.
—¿Por qué lugares ha recorrido los 150.000 kilómetros mencionados?
—He hecho casi todas las rutas moteras por España y Portugal. En eventos, como la Rider Andalucía, fuimos punto de sellado. Soy de los que hacen la Iron Andalucía, de 1.000 kilómetros. También he salido mucho por Europa, donde me conoce mucha gente. El sitio más lejano al que he llegado es el norte de Escocia.
—¿Qué sitio le ha impactado?
—El problema que tengo es que me enamoro de todos los sitios. He ido a muchos lugares míticos en Europa y España. Este fin de semana estoy en “La Leyenda Continúa”, creada por los fundadores de Pingüinos, en el pueblo segoviano de Cantalejo. La afluencia a los pinares es de entre 10.000 y 12.000 personas, moteros de la vieja escuela. Me fijo mucho en su organizador, Mariano Parellada, de Valladolid. También me encantó, “Elefantes”, en Alemania. Como proyecto, me gustaría ir a Noruega, donde hay paisajes maravillosos, y hacer todas las rutas europeas.
—¿Qué es lo que más le gusta de las reuniones de moteros?
—Las invernales se salen de lo típico. Por suerte o por desgracia no suelen durar más de un día y se están perdiendo, las de tres o cuatro días acampados. Los participan por primera vez y viven esto, lo valoran. Me gusta, sobre todo, la convivencia, aunque entre los jóvenes se está perdiendo la participación. Por ejemplo, a mí me llaman el “futuro” y eso que tengo ya cincuenta años. De ir en moto también me encanta la forma diferente de disfrutar del paisaje, cuando muchas veces vas solo.
—¿Qué posibilidades turísticas ofrecen las rutas para Jaén?
—Todo el año me dedico a fomentar la provincia de Jaén desde el punto de vista mototurístico. Estamos terminando el proyecto “Jaén al Natural” para poner a disposición del público rutas por Cazorla, Segura y Las Villas, pos sitios poco transitados. Además, ultimamos “Jaén Patrimonio, Mundial” y rutas gastronómicas, igual. Jaén es la olvidada del turismo y el nicho motero es muy importante para que crezca el sector.
—¿Es muy caro ser motero?
—Es como todo. Depende de lo que quieras gastarte. Por ejemplo, mi moto me costó 4.000 euros y ahí está, pero hay otras que valen 35.000 euros. Al viajar en moto surgen muchos gastos porque lo habitual es alojarse en hoteles. Más que dinero es necesario tener tiempo libre o los arrestos de subir a Francia, hacer 1.600 kilómetros, volver a trabajar y luego “subir” hasta Pirineos. Lo importante es disfrutar de tu tiempo de ocio y adaptarse a sus posibilidades. La particularidad de la moto es que puedes llegar a todos los sitios. Aparcas con facilidad, aunque existen inconvenientes, como que no tenemos equipaje. Del compañarismo y el buen rollo surgen muchas amistades.
—¿Cómo son esas relaciones?
—La suerte es esa, que no he parado de dar abrazos y besos, después de un año sin vernos. Destaco que los abrazos que me dan y doy me quitan pastillas de mi dolencia cardiaca. No sé por qué demonios me he rodeado de gente así. Todo esto supone un chute de alegría muy bueno y mola. Está funcionando el trabajo hecho y eso es gratificante.
—Habrá tenido muchas anécdotas durante los últimos años.
—Sí, muchas. Por citar una, un pinchazo, en mitad de la nieve, y mientras sufría un fiebrazo. Al final, despacio, conseguí bajar por una pendiente de tierra pronunciada, entre la nieve y el hielo, y llegar hasta donde se celebraba la concentración de Millevaches, en Francia.
—¿Cómo ha evolucionado el mundo de las motos?
—A pesar del paréntesis que tuve, siempre he estado muy pendiente de las motos, a través de las revistas y la actualidad. Aquí en España estamos con unas normativas raras que nos hacen tener vehículos nuevos. En otros países hay un nicho importante de trabajo de restaurar el vehículo clásico, con menos restricciones. Aquí se fomenta la compraventa rápida. Las motos de hoy en día son una maravilla, pero cuando ves una vieja que está bien se te cae la baba.
—¿Entran jóvenes aficionados?
—Claro. Siempre están ahí, con un tipo de moto u otra. Nos adaptamos a ellos para que se integren. La estadística indica que las ventas de motos aumentan. Este país es el más importante en el motociclismo, con campeones del mundo, pero no le damos el valor que debería, pues estamos muy volcados con el fútbol. Los jóvenes así se animan. Antes era distinto. Yo me iba tres días antes de Santa Catalina al cerro para vivir la fiesta. Ahí estaba el encanto.