40 años: Diario JAÉN abraza la prensa libre

El 17 de mayo de 1984 desaparecen los últimos periódicos del Movimiento
Un profesional sanitario leyendo Diario JAÉN. / Archivo Histórico Diario JAÉN.
Fran Miranda

España caminaba en democracia de la mano de una jovencísima Constitución que apenas cumplía seis años. Era 1984 y, pese al salto político, la sociedad aún se sacudía el polvo de las hombreras preparada para una nueva etapa en la que algunos gateaban cuando otros ya empezaban a correr. Eran tiempos de la movida madrileña, en las radios sonaba el mítico “Girls just wanna have fun” de Cindy Lauper como muestra de ese mensaje libertador. Alaska, Mecano, Tino Casal, Miguel Bosé... El reguero era caudal. Por no ir tan lejos, el ubetense Joaquín Sabina también halló su éxito en aquel Madrid de los ochenta. El destape en el cine, donde sobresalieron directores como Almodóvar, y la prensa no iba a ser menos. Pese a que el color ya había llegado a las rotativas, los diarios españoles redibujaron su exterior, y también su interior, a partir de aquel 17 de mayo del año 1984, fechado el final de la denominada Prensa del Movimiento.

Como los demás, Diario JAÉN iniciaba una nueva etapa. Atrás quedaban el yugo y las flechas que, hasta hacía pocos años, acompañaban a las cuatro letras con las que el periódico de referencia en la provincia empezaba su andadura en la recién estrenada democracia. Las sanciones “salomónicas” para los responsables de la batalla del Bernabéu, que convirtieron la final de la Copa del Rey entre el Athetic de Bilbao y el FC Barcelona en un vergüenza deportiva, abrían la Portada de ese 17 de mayo, donde también había espacio para la histórica visita de los Reyes a la Unión Soviética, primera que realizaba un jefe de Estado español a Moscú; el atropello fatal de un hombre en La Carolina; el amotinamiento de los ediles socialistas de Jódar, enfrentados al alcalde de su propio partido, y el fin de la Prensa del Movimiento. Este fue el titular: “Con el cierre de ‘Pueblo’ el Gobierno acabó con la prensa del Estado”.

Era el ejemplar 14.561, el primero de los siguientes cuarenta años hasta llegar al 28.887, que es el que hoy sostiene el lector entre sus manos. Diario JAÉN dejó de pertenecer al Grupo de Comunicación Social del Estado y pasó a manos privadas, concretamente a las del grupo editor Raymex, S. A., que se hizo con el rotativo por 30 millones de las antiguas pesetas en la subasta organizada por el Gobierno de Felipe González. El director del cambio de manos fue Felipe Pedregosa. Después, lo siguieron Vicente Camarena y Francisco Romacho. El periódico costaba 40 pesetas.

A partir de aquel día, se puso en marcha un periódico distinto, con el mismo nombre, pero que ya no sería igual al de antes. De recoger en sus páginas a los referentes dominantes durante el régimen en lo político, social, cultural y religioso, JAÉN se abrió a un compromiso por la apuesta informativa renovado en 1988 gracias al empresario Esteban Ramírez, presidente del Consejo de Administración de DIARIO JAÉN, S. A. desde febrero. El periódico cosechó los estándares más altos de prestigio: cambiaron colores, tipografías, métodos de impresión, diseños de sus páginas, equipos directivos y de redacción, tecnologías... El primer ordenador llegó a la Redacción del periódico en el año 1988. Era un Macintosh muy grande, con una pantalla diminuta, en blanco y negro, y con un ratón que pesaba algo más de 300 gramos.

El periódico entró en su edad dorada con sucesivos saltos en la paginación en respuesta a la creciente demanda de los lectores. En septiembre de 1999, el Grupo Prisa se hace con la mayoría del accionariado de DIARIO JAÉN, S. A. En mayo de 2007, pasa a manos del Grupo Alfonso Gallardo, S. L., previo acuerdo con Prisa para hacerse con el 59,27% de las acciones de JAÉN. Hace poco más de diez años, el empresario jiennense Eleuterio Muñoz adquirió el diario. Pese a los cambios, el periódico mantuvo inquebrantable su compromiso por una información veraz y cercana, hecha en Jaén y para los jiennenses, refrendada por sus cinco directores desde que abandonó la Prensa del Movimiento: Felipe Pedregosa, Vicente Camarena, Francisco Romacho, José Luis Moreno y Juan Espejo.

El periódico ha cambiado de manera extraordinaria. Desde la llegada del color por primera vez en el ejemplar del 12 de octubre de 1995, hasta el nacimiento de diariojaen.es y la aparición de las redes sociales en unos primeros años 2000 que auspiciaron una auténtica revolución tecnológica a todos los niveles, también en la prensa. Cuarenta años después, JAÉN mantiene en su ideario la defensa de la provincia y de sus gentes con la información como modo imperativo.

La Redacción de Diario JAÉN en las instalaciones en las que se ubica desde 1973, en el Polígonos de Los Olivares.

Periódicos de ayer y de hoy

Amo la profesión porque me va la vida en ello. Entré al periódico casi con los dientes de leche y terminé con ellos para el desguace. El periodista es como un notario que registra lo que sucede cada día. Admiro al periodista de guerra porque se juega la vida a cada momento, y eso que su sueldo no es para tirar cohetes. Precisamente, Ernest Hemingway fue corresponsal de guerra para un medio estadounidense en nuestra guerra civil. Julio Anguita hijo murió cubriendo una información de guerra. No me agrada la prensa del corazón porque publicar cosas de faldas y otras cuestiones sociales no las considero ni éticas ni deontológicas. Admiro al linarense Manuel Lozano Garrido, conocido popularmente como Lolo, por su dedicación y estudio del periodismo. Tenemos también a Jesús Cañones Cañones, colaborador de nuestro periódico, filósofo, sacerdote, fue pater de la legión y, además, el primer doctorado de Ciencias de la Información. Mi vida ha estado ligada a Diario JAÉN, un medio de comunicación dedicado en cuerpo y alma a los intereses de nuestra provincia, con sus numerosos pueblos, pero denostados y ninguneados por los poderes públicos, allá su insana conciencia, con Franco y la democracia incluidos. A lo largo y ancho de mi vida profesional, he conocido a periodistas de la Escuela del Debate, fundada por el Cardenal Herrera Oria, en la que se formó el crítico taurino y “Boquerón de Plata” Rafael Alcalá de las Peñas, cuyas crónicas taurinas de Málaga y la provincia de Jaén publicadas en nuestro periódico, eran un dechado de gracia, soltura y literatura. Cómo no recordar al primer director de este periódico, Fausto Fernández de Moya, aquel buen hombre, atento y amable y una gran persona. Otro periodista ilustre fue Miguel Ángel Castiella Mentola, que hizo de su columna diaria la Torre del Concejo (Parroquia de San Juan) un saber estar en periodismo, un entendido de la historia de Jaén. Precisamente este periodista maño perdió un juicio por llamarle “señor” a Santiago Bernabéu, entonces poderoso, no solamente en las esferas deportivas sino políticas. Otro tanto ocurre con Manuel Ruiz de Adana, un periodista valiente, de Porcuna, en unos tiempos que mostrar valentía lo podías pagar con la cárcel. En defensa de la verdad diré que la Prensa del Movimiento no era costeada por el Estado. Los diarios “Levante” de Valencia, “Sur” de Málaga y el diario deportivo “Marca” ganaban lo suficiente para costear las pérdidas de “Arriba España” de Pamplona o “La Mañana” de Lérida o “Patria” de Granada, entre otros. A nuestro primer director le decían que varios operarios del periódico fueron destacados comunistas o republicanos, pero que eran unos grandes profesionales de la tipografía en los talleres y estaban a gusto con ellos porque rendían favorablemente en el trabajo. Terminaré este artículo a vuela pluma diciendo que soy defensor con uñas y dientes del periódico de papel, aunque comprendo que las nuevas tecnologías estén cambiando el rumbo que nunca debió de perder la prensa escrita.

José Sánchez del Moral, linotipista y corrector tipográfico de Diario JAÉN entre 1955 y 2000.

Fue ayer y hace ya 40 años

Suena el teléfono y una voz agradable, pero aún extraña para mí, me dice que se cumplen 40 años desde aquella primavera de 1984 en la que Diario JAÉN, junto a otros medios, dejaría de ser parte de la denominada Prensa del Movimiento al privatizarse y pasar a manos empresariales. Calculo mentalmente, pensando que no puede ser y para mi sorpresa es cierto —no deja de asombrarme que hayan pasado décadas de tantas cosas—, son exactamente 40 años, y rápidamente me transporto a aquellos días en que un grupo de periodistas veinteañeros, capitaneados por el que sería nuestro director, Felipe Pedregosa, nos trasladamos desde Granada, Madrid o Sevilla a esa provincia que apenas conocíamos y que nos recibía en la carretera con un cartel que nos ofertaba “Arte y Naturaleza”.

Encontramos una ciudad no muy grande coronada por el Castillo de Santa Catalina donde por primera vez probé un ajo blanco que nunca más he podido degustar tan exquisito, y comenzamos a bregar, con pocos medios, en un piso en la Plaza de la Constitución hasta que concluyó el traspaso de unas mejores instalaciones en el Polígono de Los Olivares.

Trabajamos mucho y con mucha libertad en la ciudad y la provincia, con la política, la sanidad, la educación, la cultura, el deporte, los sindicatos y los empresarios. Teníamos muy claro que había que estar a la altura de un medio que había nacido en 1941 y que era la referencia de toda una provincia, pero queríamos hacerlo diferente, con ojos e ímpetu nuevos.

Para dejarse llevar por las emociones, lo más prudente es acudir a los clásicos y en mi memoria resuenan los compases de Juan Luis Guerra lamentando que “esto no puede ser no más que una canción, quisiera fuera una declaración de amor” y suscribo que, aunque esto no pueden ser más que unas líneas apresuradas, quisiera fuera una declaración de amor a una ciudad, a una provincia, a unos compañeros, a un periódico que me enseñaron muchísimo profesionalmente, que me formaron en solventar inconvenientes y no deleitarse más de lo necesario en pequeños éxitos, que me mostraron la certeza de que cada día amanece con la necesidad de que lo enfrentemos con todo el esfuerzo para desentrañar la noticia, lo que hay de interés para nuestros conciudadanos, sin que algunas tentaciones nos alejen de nuestro objetivo. Y que hacerlo merece la pena, que es una profesión dura en horarios y no muy proclive a reconocimientos, pero que ofrece la satisfacción de hacer algo importante para que conozcamos lo que realmente pasa, para que podamos tomar decisiones bien informadas en democracia. Una democracia sin información veraz está coja, nos aboca a dejarnos engañar por proclamas panfletarias respondiendo al interés de algún grupo de presión.

Sin embargo, lo que me viene a la memoria con más fuerza no es lo mucho trabajado, y lo mucho aprendido, que en mi caso forma parte del germen de más de 40 años de vida laboral —que ni tan mal, mami, como dice mi hija—, sino que mis recuerdos más intensos se refieren a la familia que forjamos esos jóvenes que allí aterrizamos porque nos convertimos en amigos auténticos, aunque apenas nos veamos, ni sepamos de nuestras vidas. Así se manifestó en los abrazos y las alegrías compartidas en el reencuentro auspiciado en 2019 por el ahora director Juan Espejo, que en aquellos años iniciales era un jovencísimo redactor de Deportes.

Así, si en lo profesional Diario JAÉN me permitió aprender, desarrollarme y probarme, más hondo aún han quedado grabados en mi recuerdo muchos momentos vitales como esas noches de baile hasta que nos encendían las luces al son del “New York, New York” de Sinatra, o los paseos por Linares, Bailén, Baeza, Úbeda, Andújar o Cazorla. Y siento míos el Castillo, la Catedral, las avenidas de Madrid o de Andalucía, la Plaza de las Batallas, el estadio de la Victoria o la prolongación que se ha desarrollado a partir de la estación de trenes que marcaba entonces un final.

Y por eso, una llamada desde Diario JAÉN es siempre bienvenida, es una llamada desde la que fue mi casa y esa voz agradable ya no es extraña, es alguien que comparte conmigo algo importante en mi vida. Porque, en resumen, Diario JAÉN no es sólo un periódico que lleva 83 años desentrañando la actualidad para sus lectores. Si eso en sí ya es un hito difícil de alcanzar, no es todo, es la historia y el relato de una ciudad, de una provincia, que marcan la realidad de muchas personas. Y es también una parte fundamental de mi propia vida, que fue ayer y, a pesar de seguir presente, hace ya 40 años.

Yaya Hernández Guerra, redactora de Diario JAÉN entre 1984 y 1985.

Cuarenta años

No parece que haya pasado tanto tiempo pero, al repasar las fechas, nos damos cuenta de que hace ya 40 años que Diario JAÉN salió a subasta y pasó a manos privadas. El proceso fue complejo y estuvo marcado por grandes debates en toda la provincia sobre el futuro del periódico.

Es en ese momento cuando tengo la suerte de empezar a trabajar como fotógrafo en este diario, un nuevo JAÉN que quiso ser un periódico moderno y con un espacio especial para la fotografía que, hasta entonces, no tenía el valor periodístico que tiene ahora y solía considerarse simplemente como un complemento visual de las noticias escritas y no como una forma independiente de contar historias.

Es interesante observar cómo ha evolucionado el papel de la fotografía en el periodismo a lo largo del tiempo, pero ya desde el comienzo de la nueva etapa de JAÉN, la fotografía tenía una entidad propia, una importancia que nunca había tenido hasta entonces. También hay que destacar que todas las fotos publicadas llevaban la firma del autor para dignificar su trabajo, cosa que tampoco era muy habitual en la prensa española de los ochenta.

Por entonces, yo pensaba que nadie se molestaba en leer el nombre del fotógrafo que había hecho la foto y estaba muy equivocado porque, para mi sorpresa, eran muchas las personas que te comentaban sobre esta o aquella foto de tal o cual fotógrafo, y se puede decir que JAÉN fue de los pioneros en dar un espacio propio a la fotografía de prensa. Desde el primer día pudimos ver un cambio radical en el tratamiento gráfico del periódico: en sus páginas ya no solo mandaban los titulares y los textos, sino que el espacio para la fotografía era tan importante como el artículo escrito, y en no pocas ocasiones se dedicaban páginas gráficas especiales, como en deportes, fiestas o eventos puntuales, donde podíamos publicar reportajes fotográficos con una visión más personalizada que en las noticias diarias, donde tampoco faltaban imágenes atrevidas que, al día siguiente, daban mucho que hablar entre políticos y lectores en general.

Cuando llegué el primer día a trabajar, aún no estábamos instalados en el Polígono de los Olivares, donde seguía trabajando la anterior plantilla de JAÉN, sino en un piso de la Plaza de las Palmeras, donde me encontré con un equipo de compañeros que muy pronto se convirtieron también en amigos. Juntos formamos esa familia periodística que no solo me brindó una oportunidad laboral, sino que también me permitió crecer y aprender valores como el compromiso, la ética y la pasión por la profesión, unos principios que siempre he intentado cumplir.

La media de edad no superaba los 30 años, nos faltaba algo de experiencia, pero nos sobraba mucha ilusión y pasión para ponernos a hacer un nuevo periódico para nuestra provincia con pocos medios y la mayor dignidad posible. Algunos no creían que un grupo de jóvenes casi sin experiencia fuésemos capaces de sacar adelante un periódico, pero demostramos que no solo fuimos capaces de hacerlo, sino que además logramos que nos tomaran en serio. Fruto de esa dedicación fue que no dejamos a nadie indiferente: a menudo las reacciones, tanto de políticos y lectores como de la sociedad de Jaén, eran sorprendentes y hoy darían para rodar una serie en alguna plataforma de televisión.

Le dedicábamos muchas horas de nuestra vida al trabajo, tanto en la redacción como en la calle, haciendo periodismo, pero también en esas largas tertulias con una copa en la mano apoyados en la barra del pub Alfil, donde nos solíamos reunir muy a menudo para repasar lo que había sucedido durante el día y cómo afrontar la jornada siguiente. Un grupo de jóvenes siempre con la idea de hacer un periódico de calidad y del que poder presumir.

A medida que pasa el tiempo, nuestros recuerdos pueden volverse borrosos o distorsionarse, y es posible que recordemos las cosas de manera diferente a como realmente sucedieron, pero estoy seguro de que esos años me marcaron de por vida y es conmovedor ver cómo, a pesar del transcurso de cuatro décadas, el vínculo entre los compañeros que trabajamos los primeros años en JAÉN perdura, y muchos de nosotros seguimos teniendo contacto y recordando esa etapa que nunca se nos olvidará. Para casi todos era el comienzo de un futuro que estaba por venir y que, inevitablemente, a muchos de nosotros nos llevó a otros trabajos y a otras ciudades a seguir adelante con nuestras vidas, pero siempre unidos por esos años pasados en JAÉN.

Juan Espejo es ahora el director de Diario JAÉN, pero en los ochenta se recorría conmigo la provincia en un viejo 600 con más kilómetros de los que podía aguantar, y no solo era para hacer reportajes o cubrir una información puntual, también era para disfrutar de las ferias de todos los pueblos a los que podíamos ir a lo largo del año para acabar en la última, la de San Lucas, donde además teníamos caseta y donde mejor se comía de toda la feria.

Fueron muchas las ferias que pasamos metidos en la caseta de JAÉN, donde cada día se dedicaba a una parte de la sociedad jiennense y donde, después de la copa con los invitados, nos quedábamos hasta que nos echaban porque tenían que cerrar. Subíamos entonces la empinada cuesta viendo las primeras luces del amanecer, pero lo más emocionante de esas largas noches era cruzarte con un vendedor de periódicos antes de llegar a casa y poder ojearlo, sabiendo que tú habías trabajado para lograr que ese ejemplar saliera a la calle.

La vida también te juega malas pasadas y muchos de los que empezamos en esos maravillosos ochenta ya no están presentes físicamente, pero siempre los recordaremos y mantendremos su recuerdo y su legado, que siguen vivos en los que tuvimos la suerte de compartir con ellos algún tiempo de nuestras vidas.

Ahora solo me queda esperar a ver si dentro de otros 40 años me llaman de nuevo para que pueda escribir otro artículo y pueda contar cómo nos ha ido en este siglo XXI.

Julián Rojas Ocaña, fotógrafo de Diario JAÉN entre 1984 y 1990.