Como albatros en el cielo de Pegalajar
La estampa fue magnífica con más de 130 pilotos en el cielo azul de Pegalajar y un grandioso manto de olivos bajo los parapentistas. Así se inició en las Siete Pilillas la Liga Nacional y el Preuropeo, con unas excelentes condiciones para volar en una primera etapa que acabó en la pedanía granadina de Baúl, perteneciente a Baza. Fueron 90 kilómetros de recorrido que coronaron como vencedor al portugués Rui Martins Aguiar. Hizo un tiempo de 2 horas, 18 minutos y 51 segundos, por lo que sumó en la general 999,7 puntos. Los españoles Luis Martínez y Roger Pifarré terminaron segundo y tercero con un registro de 2:19.12 y 2:19.50, por lo que se le asignaron 983,2 y 979,6 puntos en la clasificación. José Jiménez y el belga Arón Michiels terminaron cuarto y quinto. Maite Moreno se impuso en la categoría femenina, con la belga Rika de Ka en la segunda posición entre las diez pilotos que se han inscrito. La jornada fue frenética con una inauguración y después la reunión técnica para que los pilotos conocieran la información de la primera etapa, en la que se descartó llegar a la Costa del Sol al pronosticarse tormentas en Sierra Nevada. Pegalajar y la provincia se asoma al mundo esdte evento de primer nivel.
Tela y cuerdas para volar con un gran ala
El parapente se construye con tela y cuerdas para despegar, volar y aterrizar después de pie, sin ruedas. Lo que se conoce como campana, el sustento en el aire, tiene forma de ala, similar a la de un avión. Al adquirir velocidad es la que permite deslizarse en el cielo. Ver uno de ellos en el aire, recortado en el cielo, es como observar un gran albatros, ave marina de considerable tamaño y alas largas, que exhiben un planeo dinámico y pueden cubrir grandes distancias con poco esfuerzo. Los parapentistas despegan desde una pendiente y aprovechan para su vuelo las corrientes térmicas en el aire. No es un artilugio nuevo, ya lo utilizó por primera vez en 1965 Lee Guilfoyle. El peso del equipo de un parapentista suele ser de entre 10 y 20 kilos
Pericia y sangre fría de Álex Loyarte
El piloto hispano-mexicano Alex Loyarte protagonizó el incidente más destacado de la primera jornada. Cuando se dispuso a salir de la rampa de despegue, una fuerte racha de viento lo propulsó hacia atrás. Ya en el aire, y en medio de una “plegada” del ala, se dio cuenta de que tenía el freno del parapente liado. “En cuanto he visto que estaba entuistado, he tirado del paracaídas porque con ese viento y a esa altura, no da tiempo a hacer nada y te la juegas”, comentaba Loyarte a Diario JAÉN. Su paracaídas cumplió su misión de manera efectiva, estabilizando al piloto en el aire y provocando una caída ralentizada a cerca de 150 metros de la pista de despegue. Afortunadamente, la mente fría y la rápida maniobra del piloto evitaron lo que pudo haber sido un accidente, resultando finalmente ileso.
El conocimiento y la experiencia en el aire son claves para salir bien parado de este tipo de incidencias, que pueden sobrevenirles hasta a los más grandes pilotos. De hecho, Alex Loyarte lleva toda una vida surcando los cielos bajo el ala de su parapente. Son, concretamente, 30 años en los que la pericia y el buen juicio han sido fundamentales para resolver este tipo de situaciones. Tras su aterrizaje, varios miembros del staff, así como dos asistentes médicos, se acercaron a la carrera para comprobar el estado del piloto hispano-mexicano. Tras confirmar su buen estado de salud, volvieron a la zona de despegue, don Loyarte comprobó su equipo para descartar cualquier tipo de desperfecto ocasionado.