Vera, la última patria de Ignacio

Se presenta en la costa almeriense el libro Segurología, editado por Diario JAÉN y Caja Rural
Álex Gómez

Amigos de Ignacio Martínez en Vera, el pueblo costero almeriense en el que se refugió los últimos años de su vida, le dieron un sonoro aplauso para honrar su memoria en el tercer aniversario de su muerte. Fue en la céntrica y remozada biblioteca municipal “Ezequiel Navarrete Garres” en la que se presentaba el libro Segurología, una nueva edición auspiciada por Diario JAÉN y la Fundación Caja Rural pensada especialmente para esta efeméride sobre un libro que ya no estaba disponible en las librerías y que es santo y seña de una tierra como la Sierra de Segura. Estuvieron presentes hablando del abogado segureño Ignacio Martínez, la funcionaria albaceteña Llanos Honorato, el ingeniero técnico villacarrillense Juande Estrada y el perito jiennense Ignacio Ruiz Merino y, además, arroparon el acto su hermano Josean Martínez; su cuñado, José Ángel Cifuentes y el director de Diario JAÉN, Juan Espejo. Actuó como introductor del acto en la biblioteca almeriense, el escritor Andrés Ortiz Tafur, uno de los principales impulsores del libro, que agradeció a sus amigos y amigas, la presencia en Vera, “la última patria” de Ignacio Martínez y anunció que el viernes 12 de diciembre se presentará en Jaén “con otro puñado de amigos”, dijo.

Sobre Ignacio, María del Carmen Vigara Bueno dijo que “era un amigo de los buenos, abogado fantástico, también un administrador inmejorable, un luchador incansable, una persona encantadora con la que el reloj se paraba”. Por su parte, Ana Cruz Ríos destacó que además de ser su cuñado “querido”, Ignacio “ha sido una persona muy importante en nuestras vidas, estudiamos juntos; súper inteligente y entregado a los demás, a su Segura querida. Fue un figura en todos los sentidos de la vida”.

Andrés Ortiz Tafur: “Se difunde su lucha en la Sierra de Segura”

Con el cariño que solo puede expresar quién lo conoce como a un hermano, Andrés Ortiz Tafur hizo de maestro de ceremonias para presentar a la figura de su eterno amigo, Ignacio Martínez. “La última vez que lo vi estaba llorando mientras hablaba de la Sierra de Segura”, recuerda mientras él mismo no puede contener las lágrimas. Con admiración y nostalgia, Ortiz Tafur explicó el origen de un proyecto con el que se pretende hacer justicia y poner en valor el trabajo de una figura incómoda y molesta para el poder. “Con este libro queremos difundir el pensamiento y la lucha de Ignacio por la Sierra de Segura”.

Juan de Dios Estrada Mendoza: “Sus armas no eran afiladas ni humeantes, peleó con su trabajo y sus conocimientos”

El ingeniero técnico Juan de Dios Estrada define a Ignacio Martínez como una figura imprescindible para comprender la Sierra de Segura y a quienes la habitan. Amigo cercano del escritor y abogado, recuerda que es Segurología es “una obra literaria que va más allá de ser un simple libro de historia”, un trabajo donde Martínez volcó “su inmenso amor, conocimiento y vivencia” por un territorio al que dedicó buena parte de su vida. Estrada lo describe como un “polímata”, capaz de destacar como escritor, poeta, filólogo o músico. “Ignacio era un serrano, activista y militante”, subraya con firmeza.

Según Estrada, fue alguien que luchó por los derechos fundamentales de los serranos, sobre todo de los más humildes. Esa fuerza lo llevó a enfrentarse a instituciones como la Junta de Andalucía o la Administración del Estado, episodios que su amigo compara con una suerte de quijotismo contemporáneo. “Plantó cara a unos molinos tan elevados como estos. Sus armas no eran afiladas ni humeantes, peleó con su trabajo y sus conocimientos”, apuntaló.

No logró vencerlos todos, admitió, pero “las aspas de algunos se los llevó por delante”. Poblaciones como Montalvo, Río Madera o La Matea son, afirma, ejemplos visibles de esa batalla por la dignidad y la propiedad de quienes habitaban un territorio amenazado. Esa lucha compartida los unió profesionalmente: Martínez, como abogado; Estrada, como perito. De ahí nació también una amistad sostenida en conversaciones, comidas y confidencias. En uno de sus últimos encuentros, recuerda que Ignacio percibió su desánimo y le lanzó una invitación que acabó cambiando su vida: “Vente a Vera”. Un mensaje tentador y atrevido que Estrada aceptó sin dudar por la enorme confianza que depositaba en su figura. “Bendita la decisión y bendito Ignacio”, concluye, reivindicando la generosidad y la lucidez de un gran amigo al que, dice, seguirá presumiendo de haber conocido durante toda su vida.

Ignacio Ruiz Merino: “Luchó por quién hizo falta, le han partido la cara y se ha vuelto a levantar”

El perito Ignacio Ruiz conoció a Ignacio Martínez en una noche de música improvisada, “en una zambra, con guitarreros”, un encuentro casual que inauguró una amistad marcada por el compromiso con la Sierra de Segura. Aquel día, recuerda, Martínez le habló de la magnitud del territorio. “Estamos hablando del parque natural más grande de España y el segundo de Europa”. Para Ruiz, aquello explicaba el carácter de su amigo: alguien que entendía las necesidades de un espacio “con cuatro o cinco habitantes por kilómetro cuadrado”, ejemplo extremo de la España vaciada.

El perito supo de su faceta más combativa cuando leyó en la prensa un artículo sobre una familia de la sierra, Paco y Susana, obligada a demoler su casa por una normativa urbanística. Ruiz investigó el caso y ofreció su ayuda sin pensárselo: “Le dije que le ponía el servicio jurídico de Jaén Merece Más a sus servicios”, señaló hablando sobre el partido que presidía entonces.

Trabajaron juntos, logrando finalmente salvar la vivienda. Aquel asunto, afirma, permitió que Martínez conociera de primera mano los abusos que podían hundir un territorio “sin necesidad de hacer un gesto”, y lo llevó a involucrarse aún más en la defensa de su tierra.

En esta línea, habló del compromiso que adquirió con la formación política, así como su implicación en un pequeño grupo vecinal en Santiago-Pontones. “Se entusiasmó por el proyecto y era el líder”. Su capacidad para movilizar a otros, su conocimiento del territorio y su resistencia ante la presión institucional lo llevaron, en palabras de Ruiz, a actuar como un héroe sin capa. “Luchó sin cobrar por quién hizo falta, ha puesto la cara, se la han partido y se ha vuelto a levantar”, apuntó.

Ruiz lo recuerda como alguien que nunca rehuyó un conflicto cuando estaba en juego la dignidad de su tierra y de quienes la habitaban. “Ha peleado hasta donde no podía”, afirma, antes de concluir que hablar de él es, ante todo, “un orgullo”.

Llanos Honorato: “Hablar con él era hablar con un Dios y una persona humilde a la vez”

No vino con texto preparados porque quiso expresarse haciendo caso, únicamente, a lo que le dictó el corazón. Y así lo hizo, algo que le resultó fácil, pues el tema que en la mesa se trataba era, ni más ni menos, que el de la figura de amado amigo Ignacio Martínez, al que conoció cuando se mudó a una urbanización en Vera Playa. “Ha luchado en todo, se ha dejado allí el alma, los huesos y la sangre, no solo en cuestiones vecinales, sino incluso en tareas domésticas”, recuerda con nostalgia.

Ambos se conocieron por casualidad en un local frecuentado por “gente alternativa” y desde entonces mantuvieron una relación de amistad estrecha, sostenida en conversaciones, comidas y pequeños gestos, como cuando él le ofrecía llevarla con el coche para algún que otro mandado. Aunque Llanos Honorato se deshace en elogios sobre la bondad de Ignacio Martínez, aún se sorprende cuando recuerda las conversaciones que mantenían.

“Hablar con Ignacio era hablar con un Dios y una persona humilde a la vez”, manifiesta mientras pone en valor la enorme lucha que llevó a cabo este hombre valiente por su Sierra de Segura. Oriunda de Albacete, entiende bien el significado de un territorio con una riqueza natural y humana incalculable. Desgraciadamente, el deterioro físico asociado a su enfermedad marcó el último encuentro entre ambos. Así las cosas, Llanos relató el impacto que le causó verlo en ese estado tras abandonar los cuidados paliativos para morir en casa. Su despedida llegó por teléfono, algo que recuerda con una emoción que es imposible de ocultar. “Preguntaba por él porque en sus últimos momentos no quería que mucha gente fuera a visitarle”, rememora. Para Llanos, el acto de este viernes sirvió para rendir homenaje a su eterno amigo.