Martita de Graná, a rienda suelta en La Carolina
La comedia se hizo anoche un hueco en el Recinto Ganadero Restituto Martínez de La Carolina. A las 22:00 horas, la humorista Martita de Graná se subió al escenario para presentar su espectáculo “iMartita sea!”, en el marco del II Festival Puerta de Andalucía. El espacio del recinto era abierto, y todo recordaba a una verbena, o a una feria, o a esas fiestas de pueblo inolvidables a las que uno siempre acaba volviendo. En definitiva, a informalidad y a diversión. La música más cañera y bailada del verano sonó a todo trapo durante la media hora previa al arranque de la actuación, e inundó La Carolina de unas ganas incontenidas de pasarlo bien, de “enrrea”. Las butacas eran sillas de plástico y desde la extensa barra que el equipo de Piturda había instalado en un extremo se servían cervezas al ritmo frenético de temas como “Quédate” de Quevedo con Bizarrap. Eran las 23:00 de la noche, hacía buena temperatura y el cuerpo pedía marcha. Tanto que uno llegaba a pensar si no se habrían olvidado del monólogo, del show prometido. Cuando Martita de Graná saltó al escenario, todo cobró sentido. Esa media hora de juerga debía estar perfectamente medida por la humorista, que hizo su entrada saltando y animando al público a seguir en ese ambiente y en esa euforia.
El humor andaluz de Martita triunfa porque no es andaluz, es nacional. Sin anestesia, se presenta asumiendo que antes de hacerse famosa, por decirlo finamente, ligaba más. Que los fans la hacen “descojonarse” diciendo ser sus “ídolos”, y que uno no puede estar más a gusto que en casa porque puede “soltarse” y clasificar sus propios pedos. Al principio puede observarse un cierto aire de desconcierto en una parte del público, sobre todo en los espectadores más mayores, pero pronto se disipa. Porque Martita logra encajar su mensaje: “Aquí hemos venido a hablar en plata”, exclama en una ocasión. El público (al menos, quienes no son sus fans), no puede evitar verse sorprendido primero al ver a una mujer hablando de todo lo que, hasta no hace tanto, parecía un tabú para su género. Pero entonces dice algo con lo que nos sentimos identificados. “¡Eso lo he hecho yo!” se dice uno a sí mismo. Pero sin voz, porque Martita habla de asuntos muy íntimos. Del día a día, de la vida mundana que todos compartimos y en la que tratamos de navegar sin brújula ni mapas del tesoro. Martita de Graná también habla de cosas no tan mundanas que, sin embargo, afectan siempre a gente común, como la fama y la notoriedad. Y las explica desde su única perspectiva posible, la de una joven de 35 años nacida en Granada, que estudió para “ser maestra” y que acabó con más de un millón de seguidores en Instagram. Ayer, La Carolina comprendió su éxito en mitad de una carcajada.