El Almendral se llena de poesía y música en una jornada abierta al barrio

La escalinata de la calle Virgen Blanca se convierte en un espacio de encuentro cultural
Grupo de poetas que han recitado en el Recital-Poetico Musical de El Almendral. / José Joaquín Amador / Diario JAÉN.
Diario de Jaén

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El barrio de El Almendral ha vivido este domingo una mañana cargada de emoción y arte con la celebración del Recital Poético-Musical en la escalinata de la calle Virgen Blanca, informa José Joaquín Amador. La cita, organizada desde hace unos cuatro años por Antonio González, poeta y dramaturgo del barrio, contó con el apoyo del Ateneo Literario Ndèye, la Asociación de Vecinos Entre Cantones, el Patronato de Cultura y la participación activa de los colectivos literarios El Desván de las Letras y Café de Palabras. Durante la jornada recitaron sus textos los poetas Lola Ginel, Carlos Castillo, Lola Quesada, Antonio González, Vicente García, Juani González, Jacinto Fernández, Belén López, Mariángeles Moreno y Consuelo Morales, seguidos de un segundo grupo formado por Lola López, María Ángeles Perea, Jesús García, María Ángeles García, Josemi Boulevard, Pilar Cordovilla, Pastora Amañez, Pedropa García, Juana María Casas y Carlos Peris. Acompañaron musicalmente Manolo G. Guirado “Bushido” y Julio Demonio.

Antonio González es también el creador del personaje ficticio de Ndèye, una niña nacida en Senegal que termina viviendo en el barrio madrileño de Lavapiés. A partir de esa historia imaginada, surgió una propuesta artística que sirvió como punto de encuentro entre poetas y músicos, y que dio origen al Ateneo Literario Ndèye, una agrupación que promueve la fusión entre poesía, música y compromiso social. La filosofía de ese proyecto impregna hoy el espíritu del recital de El Almendral.

Durante una hora y media, el público disfrutó de poesía en directo, música en acústico y un ambiente cercano y participativo. Uno a uno, los poetas fueron subiendo a los escalones para recitar sus versos ante los vecinos del barrio y visitantes. Tras las intervenciones programadas, se abrió un micrófono libre que permitió a cualquier persona sumarse a la experiencia compartida. La cita fue un ejemplo de cómo la cultura puede florecer en las calles, con el barrio implicado en cuerpo y alma. La escalinata, ya convertida en símbolo cultural del Almendral, volvió a ser un espacio de encuentro y expresión.