Miguel, decencia y felicidad
Ha muerto Miguel Mesa Molinos, un ejemplo de la buena gente de Jaén que siempre hacía el bien sin mirar a quien > Tuve la suerte de conocer la felicidad de sus últimos días, ser pastor trashumante, y con él recorrí a pie media provincia > Se van los mejores
Hombre ameno y cariñoso, divertido y dicharachero, un señor decente y ejemplar, alguien en el que podías confiarle la vida y te la devolvía a espuertas de honorabilidad. Miguel Mesa Molinos ha muerto luchando para vivir y como ejemplo nos deja una semilla de alegría imperecedera, unas estampas de los rincones más insospechados de Jaén en prosa que ya serán historia a la que recurrir y unas fotografías de su gran pasión, la vida en los pueblos, la crónica de la buena gente, normalmente anónima, que generación tras generación ha hecho de este viejo Santo Reino cuento y leyenda, ficción inimaginable y semblanza incombustible, a la par, pura crónica viva de quienes hoy la habitan y de sus antepasados. Su blog “chilancodeelías” es mucho más que un entretenimiento, porque a todo le ponía Miguel una pasión sin límites. De Miguel podría escribir muchas cosas porque lo conocía de largo, como ingeniero técnico de los semáforos de Jaén y su empresa, también describo y alabo hasta el infinito el Miguel solidario que siempre tuvo la mano tendida al pueblo saharaui y a los niños que se traía cada verano para alejarlos del campamento de refugiados de Tinduf, en Argelia.
Su currículum está inmaculado en eficiencia profesional y en valores humanos, “cum laude” en ambos, pero permítanme que en este adiós ahora en negro sobre blanco, una despedida que no quise darle para siempre en el abrazo con el que nos fundimos hace poco en la plaza de Santa María, que subraye la chispa de sus ojos cuando recibió de los hermanos García Rico, trashumantes de La Matea en Sierra Morena, un diploma por el que “Los Carlillos” le certificaban su condición de pastor. Miguel era la felicidad personificada, no cabía en gozo y transmitía esa inmensidad bonachona a todo su alrededor; después de años de aprendiz conseguía el honor de la confianza de gente recia. Cubiertas las expectativas de su vida, compró casa en Segura de la Sierra y hasta el tuétano de los serranos que se adentró. Hoy, tan hondos y profundos que son con quien quieren, le lloran desconsolados en todos los hatos
Ha saltado a la fama de nuevo, como en olas que van y vienen, Miguel Ángel Belinchón vuelve al escaparate internacional de los medios de comunicación, que se dice pronto, por la obra que realiza en Ámsterdam y la visita que los Reyes de Holanda y de España le han hecho esta semana. El arte de Belin agranda su impronta en el mundo, pero de todo lo que podemos decir de tan gran artista sobresale algo, no olvida sus raíces. Es muy de Linares, no esconde sus orígenes y vuelve a ellos permanentemente.
Han quedado como “almas errantes”, absortos y abducidos, incluso pasmados por el espectáculo mediático desatado a su alrededor. Les hablo de los concejales de Jaén Merece Más, los últimos que se enteraron de los encuentros y desencuentros; su vida es de ajetreo diario, sí, que la agenda la tienen cargada, pero quedan reducidos a una sombra política, de mucho octanaje, aunque encasillados en la elementalidad de su temporalidad. Tan alto subieron y se cotizaron, que la caída está siendo muy dura.
Francisco de Quevedo, escritor español: “Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga”.
> La buena literatura española...
Lola Sanz, posadera de Venta de los Santos: “He hecho muchas cosas en la vida, pero me quedo con la posada y la gente que conocía y le di de comer en sus viajes”.
> ¡Gente anónima que hace grande Jaén!
Juan Jesús Ruiz, director Colegio Santo Tomé: “Los niños deben ser conscientes de la importancia de respetar las señales de tráfico”.
> ¡Hay formas de educar, este ejemplo claro, es maravilloso!
> ¿Quién arrastra aún la pena por no haber sido nombrado delegado en Jaén, tanto que sin preguntarlo lo suele contar siempre?
> No es que le teman, pero sus propios compañeros de partido se distancian de él por su ‘habilidad’ en meterse en los charcos.