Mayo de folclore y tradiciones

    06 may 2024 / 09:27 H.
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    La provincia entera vive un mayo especialmente brillante, porque el tiempo de romerías se celebra en un marco incomparable, una belleza natural que resplandece gracias a las últimas lluvias que regaló una generosa primavera. La Virgen de la Cabeza abrió un periodo festivo repleto de significado y que va mucho más allá del aspecto religioso, porque reúne todos los condicionantes de los que pueden presumir los jiennenses, el sabor de la tradición, de la convivencia y de la cercanía. Este periódico se acerca, este año, a los lugares más desconocidos de una tierra diversa en la que las aldeas de las aldeas pasan normalmente desapercibidas para las grandes administraciones públicas y, sin embargo, son los ayuntamientos los que hacen todos los esfuerzos habidos y por haber por mantener los servicios públicos necesarios en pleno siglo XXI. Habita cada vez menos gente y, sin embargo, las raíces llaman a quienes en su día tuvieron que salir en busca de un futuro prometedor, incluso fuera de la tierra del mar de olivos, a otras comunidades y países en los que hay jiennenses que no olvidan sus orígenes. Por eso las romerías del mes de mayo son la excusa perfecta para el reencuentro. La devoción por los santos y las vírgenes del más recóndito rincón es los que mantiene viva una tradición que pasa de generación en generación sin que haya alteraciones de algún tipo. Es el momento propicio, además, para disfrutar del esplendor de la naturaleza, otra forma de hacer turismo por el interior de un verdadero paraíso llamado Jaén, con los pantanos llenos más de la mitad, los ríos despiertos después de un aletargado sueño y las cascadas en forma de regalo caído del cielo. Eso sí, hay que llamar a la prudencia y al respeto por lo auténtico en un momento especial para los devotos. La carretera es sagrada y, en este sentido, hay que extremar la precaución y conducir siempre y cuando las condiciones son propicias para hacerlo. Esta es la única manera de conseguir que la fiesta continúe y que el año siguiente hay más gente en la romería de aquellas aldeas y pueblos a los que merece la pena ir.

    Editorial