Los frutos del diplomático espíritu cooperante

    23 abr 2024 / 09:31 H.
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    Todo hay que trabajarlo en comunión y en comunidad, con un nuevo estilo cooperante entre al menos tres Estados, sin obviar el buen talante inteligente, lo que facilitará el entendimiento inclusivo y el brío solidario. Desde luego, el marco multilateral por excelencia hoy en día, se sustenta en la Carta de las Naciones Unidas, que no se limita a definir únicamente la estructura, la misión y el funcionamiento de la Organización, sino que también continua siendo el horizonte de la estética, para promover el espíritu armónico, respetando la dignidad de cada persona, defendiendo a su vez los pilares del Estado de derecho y advirtiendo sobre el cumplimiento de los derechos humanos. Sin duda, la unidad de nuestros pueblos está en repoblarse de pulsos y, además, en poblarse de conciencia. Evidentemente, las diversas situaciones en el mundo deben hacernos reflexionar e invitarnos a promover el desarme y la no proliferación de contextos violentos, que lo único que conllevan es una crueldad tremenda, que nos impide divisar el horizonte con esperanza. Hoy en día, tenemos una carencia del derecho humanitario, que nos está deshumanizando por completo. Urge, por consiguiente, intensificar los hábiles y oportunos esfuerzos diplomáticos en favor de la supervivencia de todo el género humano. No podemos desfallecer en los sueños, tampoco de los renovados enfoques basados en un diálogo responsable, sincero y coherente. Jamás olvidemos que la cooperación internacional en el marco multilateral de las Naciones Unidas salva vidas cada día. Para ellos, nuestro mayor aplauso. Sea como fuere, tanto mantener la vida como lograr la paz, persuade a forjar no sólo las condiciones propicias para que estas habiten, sino para que se mantengan. El entorno nos demuestra, que nadie puede gestionar por sí mismo nada, precisamos hacerlo al unísono; y, en este sentido, si el papel de la diplomacia es vital para aliviar las tensiones antes de que desemboquen en conflicto, también el multilateralismo es el único camino conjunto que nos puede sacar del atolladero de los particularismos y nacionalismos, que son esquemas del pasado. Abracemos esta visión alternativa de cooperación afectiva y efectiva. Es insuficiente pensar en los equilibrios de poder. Salgamos de la noche de la guerra y de la devastación inhumana, para convertir el futuro común en un amanecer resplandeciente. Nos enfrentamos, en consecuencia, a la elección de dos caminos antagónicos. Por una parte, al fortalecimiento del espíritu cooperante multilateral, actitud de una renovada corresponsabilidad mundial, lo que conlleva a una acción donante cimentada en la justicia y establecida en el amor auténtico, para regenerar vínculos y rehacer como familia humana. O proseguir, con el espíritu de lo maligno, como es la envenenada senda de la autosuficiencia, el individualismo y el aislamiento, golpeando a los desfavorecidos y dejando en la cuneta del desprecio a los más vulnerables, causando autolesiones a todos. Esta última opción no debe prevalecer, hay que tomar la senda de la concordia, en la que nadie quede discriminado por no tener poder ni recursos económicos. La energía del multilateralismo es una clarividencia versátil, nos recuerda el estímulo inspirador, de que juntos somos más fuertes. Teniendo esto presente, la claridad es manifiesta, lo que requiere un cambio de dirección y de sentido en nuestro paseo existencial. Con los medios tecnológicos y la cognición social, sumado a un marco ético más fuerte, podremos superar el descarte y los inútiles enfrentamientos. Los desafíos más acuciantes de nuestro orbe son de naturaleza mundial, así que demandan soluciones globales. Por este motivo, al mismo tiempo, lo que se ha dado en llamar la diplomacia preventiva, igualmente resulta primordial para proteger los esfuerzos comunitarios, sobre todo para ayudar a solucionar las posibles controversias surgidas. A la sazón: Albor y ternura, ¡siempre!

    VÍCTOR CORCOBA HERRERO

    Garamendi, presidente de la CEOE, ultraliberal 2.0

    Reclama Garamendi “en interés de la transparencia, que los trabajadores deberían recibir sus cotizaciones e ingresarlas en la Seguridad Social”. En el fondo de estas palabras pronunciadas por el alto representante de la patronal, subyace un viejo adagio del ideario ultraliberal: el fomento del negocio privado por encima de todo, aún a costa de la salud y la vida de la gente. Es decir, lo que abogan los ultraliberales es fuera impuestos, yo le pago, y usted cotice y contrate con quien quiera —costoso para el ciudadano, boyante para los negocios, como se demuestra en EE UU— y, si el día de mañana enferma y tiene que vender su casa para pagar el hospital, o solicitar un crédito para que su hija vaya a la universidad, o que cuando se jubile se convierta en pobre de solemnidad, o..., es su problema. Ya que estamos abogando por la “transparencia”, ¿por qué no se ingresa en la nómina de los trabajadores los beneficios empresariales y que estos los abonen a sus empresas para que “sean conscientes” de cómo, en demasiadas ocasiones, los sangran? Menos demagogia, señor Antonio Garamendi.

    MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS GORDON

    Uso, mal uso y abuso de los móviles

    Es tal la gravedad de los estragos causados por las pantallas que, a lo largo de 2021, dediqué hasta 5 columnas para difundirlos, lanzándolos al mar de los medios. Entre ellos, me centré en “los insuficientes resultados escolares”; en el “deficiente desarrollo cognitivo”; en “la degradación de la salud”; en “la multitarea”, que ilustra esa paremia popular que reza así: el que mucho abarca poco aprieta; y finalmente, me preguntaba y trataba de responder a la pregunta: “qué hacer ante tanto estropicio?”. Desde entonces, los estragos causados por las pantallas no han dejado de aumentar y de agravarse. Basta con observar el comportamiento de adultos, jóvenes, adolescentes y niños en cualquier tiempo y lugar. Todos están pegados a las pantallas, ausentes y alejados de los demás seres humanos, con los que comparten espacio y tiempo. Y las consecuencias de todo esto se ve y se palpa cuando intentan recuperar el estatus de “zoón logikón-loquens” y comunicar “tête-à-tête”: el verbo de los interlocutores no tiene ni sabor ni color ni sabor ni fundamento, como hubiera dicho Karlos Arguiñano. Esto ilustra el encefalograma plano, la nimiedad, la ausencia de mensaje en el comercio lingüístico de los bípedos “empantallados”. Y esta dependencia de la pantallas hace que sus usuarios estén cada vez más aislados. Por eso, en otro lugar me he preguntado: ¿las personas se conectan cada vez más a las redes sociales porque se encuentran solas o, por el contrario, por estar mucho tiempo conectados a las redes se quedan y se sienten solas? Y, mientras tanto, la casa sin barrer.

    MANUEL I. CABEZAS GONZÁLEZ

    Cartas de los Lectores