Lágrimas en Semana Santa

    27 mar 2024 / 08:55 H.
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    Llantos, lloros, sollozos y lamentos recorren los templos de la provincia ante la imposibilidad de salir con pesados tronos a las espaldas. Lágrimas saladas recorren los rostros compungidos de hombres y mujeres, de alma cofrade, que contemplan resignados como el encapotado cielo les niega su dicha. “¿Qué hay más grande, Dios mío, que ver a tu hijo recorrer las calles de éste, tu mundo, ante la admiración de sus devotos?”, pensarán. “Por qué nos traes la tan ansiada agua justo la semana, tu semana, en la que no la queremos?”, gritarán al aire. Posiblemente vivamos una de las Semanas Santas más pasadas por agua de los últimos años, y no seré yo el que niegue que el fervor por su celebración no esté falto de esfuerzo, ardua preparación y trabajo. Esperanzas y sueños ahora devastados por unas míseras e intermitentes gotas sobre nuestras aceras. Cada uno tiene su propia opinión. A mí, personalmente, me duele más por esa ilusión ciudadana, rota por una simple previsión meteorológica, que por el misticismo que rodea a las procesiones. También por el ambiente que se respira durante cada calle de su itinerario en la ciudad que me vio nacer y crecer. Al fin y al cabo, siempre he sido más preso de la estética que de la religiosidad que rodea al periodo de Pascua. Lo mismo me ocurre con la Navidad, aunque parece que mi perspectiva está más extendida en el sentir colectivo durante esas fiestas; Hollywood sabe hacer su trabajo. En este sentido, la belleza de las imágenes que con tanto esmero cuidan las hermandades de la ciudad es indudable, así como su valor artístico y patrimonial. También es incuestionable su efecto en los vecinos. He sido testigo de los ruegos y agradecimientos profesados por los jiennenses en templos como el Camarín de Jesús, de los ojos vidriosos de emoción durante un besapié, o de los vivas cortados al viento de ésta nuestra Jaén. La fe es una opción, faltaría más, pero vivir en una sociedad requiere, obligatoriamente, de empatía. Y es imposible no ponerse de lado de quienes viven la Semana Santa con esta intensidad. Así que, si alguien me escucha por ahí arriba, me uno al lamento: ¿por qué no puedes darle una alegría a quienes se desviven por y para ti?

    DANIEL UREÑA JOVEN

    Se necesitan almas víctimas

    En la sociedad actual, tanto en el orden económico, político social y también religioso, nos sobran parlanchines que remedian todos los males pero se olvidan que Cristo murió clavado en la Cruz para redimirnos, y es necesario también que haya víctimas en el orden humano que sufran unidos a él para la salvación de las almas; para resucitar primero hay que morir. La Virgen permanece fiel al pie de la Cruz mientras su Divino Hijo muere como el peor malhechor, no necesita parlanchines, necesita almas víctimas que junto a ella se ofrezcan para compartir sus dolores. No hay mayor benefactor para la humanidad que un alma víctima y eso lo podemos hacer todos. Si lo hiciésemos, los primeros beneficiados seríamos nosotros mismos, pues sentiríamos el gozo, la paz y la alegría que solo Dios nos puede dar. Que la Semana Santa nos haga santos. Que así sea.

    JAIME FOMPEROSA APARICIO


    España, descentrada

    La última crisis de Ciudadanos, con la dimisión de su enésimo presidente, Adrián Vázquez, que pretendía “integrarlo” en el PP, es otra clara prueba de hasta qué punto somos un país descentrado, poco dialogante, apenas democrático. Así ese partido “centrista”, que nunca miró siquiera a una “izquierda” como el PSOE, tan débil que no se atrevió a cambiar leyes autoritarias del PP, mientras florecían una ultraizquierda y una ultraderecha, hoy ambas en plena crisis, como también, por corrupción económica y política, los dos partidos más votados.

    MARÍA FAES RISCO

    Algo está cambiando en Jaén

    No es que tenga aquí nada que ver Juanma Moreno y su ola de cambio, pero algo está cambiando verdaderamente en Jaén. No había más que ver cómo estaba la ciudad el Domingo de Ramos, a rebosar de gente participando activamente en procesiones que, en otros tiempos, no tenían ni nazarenos. Quizás esto sea una exageración, pero es verdad que el brío que está tomando nuestra Semana Santa camina a un ritmo mucho más vertiginoso de lo que avanza en sí la capital, con graves carencias de infraestructuras y de mentalidad que nos dejan a la altura de una zapatilla en comparaciones odiosas. El caso es que el primer día de procesiones, aunque con la amenaza de lluvia, lució espléndido, porque había muy buen ambiente, los bares y los restaurantes se llenaron de gente, en las puertas de las iglesias no cabía un alfiler y los recorridos de La Borriquilla, La Estrella y La Oración en el Huerto estuvieron siempre muy bien acompañados. Hay que seguir apoyando nuestra singular Semana Santa de Jaén, que no tiene nada que ver con la de Sevilla y que es tan espléndida, o más, que otras que se pueden ver en Andalucía. Hay mimar lo nuestro.

    MARÍA FERNÁNDEZ GARCÍA

    A Dios rogando

    Todos sabemos cómo acaba es-te gran dicho —como todos— del rico refranero español. Para el que no lo conozca: “y con el mazo dando”. Se refiere a que está bien encomendarse a Dios ante causas perdidas o —al menos— difícilmente logrables por la mano humana, que necesita de la divina. Eso sí, hay que hacer, valga la redundancia, lo que esté en la mano de uno para no dejar todo el peso en la acción de Dios. Eso quiere decir “a Dios rogando y con el mazo dando”. Estos días de lluvia no son pocas las promesas que quedarán en palabras al no haber estaciones de penitencia en la calle, al menos no tantas como las hay otros años. Tranquilos. La promesa sigue ahí, Dios proveerá salga o no salga la procesión, así que no hace falta tanto llanto, que peor será cuando lloremos porque no haya agua. Eso sí que es dramático. Si este año no pudo ser, será el que viene y, si no, al otro. No hay que rasgarse las vestiduras. Que cada cuál viva su relación con Él desde la intimidad de su corazón. Él no necesita vítores ni palmas en un recorrido imperial por las calles. Él no era emperador, tampoco monarca, por mucho que su pueblo lo considere un rey de reyes. Lo es, Dios nos ampare. Pedid por que no nos falte el agua ni el pan, lo demás ya vendrá. Pedid la paz para miles de niños que padecen la guerra y salud ante la enfermedad.

    MANUEL JESÚS FERNÁNDEZ

    Cartas de los Lectores