Una vasca en Noalejo

    26 mar 2024 / 09:40 H.
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    A finales del siglo pasado, una moda nos trajo aquello de mirar el origen de nuestros apellidos tal que si fueran el ónfalo de Delphos. Se popularizó lo de desentrañar el umbral familiar, motivo por el que brotaron empresas que confeccionaban árboles genealógicos con nobleza a la carta. La búsqueda siempre daba con el eslabón perdido de la épica familiar. Y así, aprovechando lo del Pisuerga por Valladolid o del Guadalquivir por Marmolejo, el obsequiador satisfacía iguales pretensiones que las que venía a suponer al agasajado. De ser incuestionables aquellos escudos, la mayoría procederíamos de nobleza rentista, habiendo más hidalgos en España que espigas en la era. En Noalejo, lejos de buscarnos el ilusorio ónfalo, nos miramos a las manos para evocar a las pretéritas, las que no desenrollaron pergaminos, pues se afanaron en abrir sierras, rasgar surcos, criar cabras o entrelazar pleita. En Noalejo, un blasón solo, el de una “mujer sola”, una brava vasca empoderada: doña Mencía de Salcedo, señora de los Entredichos de Nohelexo, del Novalejo o de Noalejo, de una hermosa tierra de la que ya hablaremos.

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