El mejor de la historia

Permítanme que hoy quiera reconocer con mis palabras a dos Trastámara, los Reyes Católicos, y a un Austria, Carlos I, convencido además de que están los tres vivos en el Cielo y de que, si Dios se lo permitiese, podrían hasta leer estas palabras. A ellos me dirijo: Honra a Vos, doña Isabel de Castilla, Reina sin igual, porque con vuestro esfuerzo personal (físico, espiritual, intelectual y económico) conseguisteis cerrar la frontera Sur en las costas del Mediterráneo, y abrirla allende los mares en la mayor hazaña que han visto los siglos, conquistar ingentes tierras evangelizando a quienes lo necesitaban. Honra a Vos, don Fernando de Aragón, Rey sin igual, inteligentísimo estratega, el último de los reyes de las Hispanias que os batíais en batalla por el Señor y por vuestros reinos; qué más se puede decir. Pues más aún. Tan honorables sois los dos, que el propio y último Emperador romano de iure, Andrés Paleólogo, os legó en herencia los derechos de su imperio. Y honra a Vos, don Carlos, Rey y Emperador, que con enorme sacrificio personal continuasteis la extensión por las Américas, dominabais Europa y nos librasteis de los errores de Calvino y Lutero. Honra y honor para los tres.