Otro año más perdido

    31 dic 2023 / 09:57 H.
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    Representado particularmente en el imaginario de estas celebraciones como un señor ya anciano de barba abundante, canosa y larga que todas las nocheviejas desaparece ante nuestros ojos, el año que ahora expira no es más que la última hoja del calendario con todo lo bueno y malo que cabe en la longitud que el tiempo impone en cada uno de sus días. Decimos adiós sin remordimientos ni tristeza a otro año que muere dejando las cosas peor que estaban. Recibido de gala con los brazos abiertos, alegría, fiestas, brindis y fuegos artificiales en casi todos los rincones del planeta, ese bebé en pañales que después de las uvas nace, no sabe aún que es año nuevo ni que será obligado testigo de cómo envejece el mundo en tan solo doce meses. En principio y cuando acaben estos días ociosos que tan buenos reencuentros dispone y tanta felicidad genera, vendrá enero de frente y cuesta arriba con las alforjas cargadas de realidad, promesas incumplidas y un huequecito lleno de esperanza. Recuperará entonces su eje el destino que la humanidad provoca y cada acontecimiento o sucedido volverá a su sitio en la tierra. Así, trescientas setenta y cinco veces para seguir contando que estás vivo.

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