Noventa segundos

    28 ene 2024 / 10:19 H.
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    Que el tiempo es oro se viene diciendo desde el primer momento en que el valor de la moneda se impuso al de la vida. El tiempo cuenta la edad en pasos de progreso y deficiencia, el oro para la humanidad es el símbolo del poder con todos sus conflictos y consecuencias. Ver pasar el tiempo por muchos años es un síntoma de buena salud o de mucho dinero, aunque a veces, ni lo uno ni lo otro sirven. En esa preocupación por aproximarse a adivinar cuánto nos puede quedar de vida, en 1947 se ideó por parte de los científicos atómicos un simbólico reloj del Apocalipsis de tan solo un día, como indicador de lo que serían las últimas veinticuatro horas del fin del mundo. Marcando los segundos el grado de amenaza que implican los graves acontecimientos de crisis económicas, políticas, bélicas, las catástrofes naturales y el cambio climático, sucedidos en los tres últimos cuartos de siglo vividos en el planeta, y después de periódicas correcciones. Ahora mismo bajo este sol de enero sospechosamente sorprendente que se está llevando la poca lluvia que ha caído sobre la tierra seca y los pantanos vacíos, acaba de empezar la cuenta atrás del último minuto y medio.

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