Lo confieso

    29 mar 2024 / 10:00 H.
    Ver comentarios

    Hoy es Jueves Santo, buen día para confesar mis pecados. Al menos, el que más me avergüenza: la ignorancia voluntaria con la que evito enfrentarme a la realidad cuando esta me resulta demasiado abrumadora. Parece un pecado venial que no daña a nadie, pero es deliberado; hay dolor. Como no ver los telediarios por las imágenes de niños asesinados en Gaza. Otras veces reacciono de manera instintiva ante la sospecha de dolor ajeno, como el otro día que viajaba de noche y pasé por un prostíbulo con luces de colores. De inmediato volví la mirada para no saber si era un lugar de placer o un campo de concentración para mujeres empobrecidas. Suelo pecar a diario haciendo ‘oídos sordos’ a las preocupaciones éticas sobre el origen de los productos que consumo. Si compro un mueble, no pienso que fue cortado de un bosque con millones de años. Tampoco quiero conocer las malas condiciones de vida de los animales de granja que me como, ni la esclavitud de quienes extraen los materiales de mi teléfono... pero este Jueves Santo me digo lo mismo que Rachel Carson, que hace más de 60 años advirtió sobre los pesticidas en su libro “La Primavera Silenciosa”: “No habría paz para mí en el futuro si me callo”.

    Articulistas