Jaén no decepciona

    18 abr 2024 / 09:47 H.
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    Dice un dicho popular jiennense que a Jaén se llega llorando y se sale, también, llorando. Cuando lo escuché por primera vez, le dediqué unos minutos de reflexión y, sinceramente, me pareció, exagerado y no le di demasiada credibilidad. Con los años he conocido mucha gente que hace realidad ese dicho, por lo que cada vez estoy más convencida de que algo tiene el agua cuando la bendicen. Y es que parece ser que es frecuente, entre quienes llegan a nuestra ciudad, por motivos profesionales o personales, experimentar, en un primer momento, cierta irritación y decepción, si bien, no les es necesario esperar mucho tiempo para sentirse atrapados por el encanto que ejerce nuestra tierra. El hecho que me ha traído a la memoria semejante máxima popular es que esta semana me he enterado de que una conocida de la familia, que llegó a España hace un par de años huyendo de su país por la guerra en Ucrania, quiso, los caprichos del azar, que se instalara en Jaén, donde permaneció, teletrabajando, casi un año, transcurrido el cual, decidió marchar a Canadá. Quienes estuvimos en contacto con ella, en aquel tiempo, lo entendimos porque su trabajo le permite desarrollarlo en cualquier punto del mundo, lo que le ha posibilitado vivir durante algunas épocas en China o en EE UU, por eso, creímos razonable que aspirara a vivir en una ciudad más grande y cosmopolita que Jaén y con mayores posibilidades de desarrollo. Hace unos días tuvimos la alegre sorpresa de que esta conocida ciudadana ucraniana se ha vuelto a Jaén tras algo más de un año viviendo en tierras canadienses, y la tenemos de nuevo aquí porque dice que, entre todos los lugares donde ha vivido, Jaén es la tierra más acogedora de todas ellas porque desde que salió de su país natal, los jiennenses la hemos tratado como una más del lugar, aunque con un acento un poco raro, y que nunca se sintió aquí como una extranjera. Y es que el verdadero valor de nuestra tierra son sus gentes, que nunca decepcionan al que llega de fuera, lo acogemos como nuestro y les abrimos las puertas de todo lo más preciado que cada cual posee.

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