El tiro de Sánchez

A mí en un momento dado, pensando en Sánchez acosado por la prensa, los desmanes de la extrema derecha y con la mujer en los tribunales por algo que a todas luces es un despropósito, todo me daba pena, mucha pena. Obvio que la maniobra tenía, en cierta medida, y sobre todo a ojos vista de las elecciones europeas ahí mismo, esa intención: hacer que el ciudadano medio sintiera que se estaba victimizando y haciendo daño al presidente del gobierno, a su familia y a su trabajo. Pero ni Sánchez es un pobre zorro, ni Feijóo es el perseguidor en forma de jauría enloquecida. Seguramente la enorme polarización y radicalidad de la política española ha llevado a que los términos de la negociación sean muy difíciles y que gobernar en minoría sea muy complejo. Claro que él no ha inventado esa división y ruptura política, tampoco Feijóo, pero si es cierto que siempre que ha podido se ha aprovechado de ella, y ya lo dice el sentido común: si juegas con fuego terminas por quemarte. Sánchez ha tirado un tiro calculado que le ha salido bien y la técnica del victimario le ha dado intención de voto. Pero ha gastado una munición que sólo le pertenece al Estado de Derecho, que tiene humanos que cometen muchos errores e injusticias, pero que es la única garantía de una vida democrática. En este sentido su tiro ha sido en el pie de los ciudadanos.