De otras supervivencias

06 may 2024 / 09:25 H.
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Resulta absolutamente repudiable fundamentar, aunque sólo sea en parte, el crédito de una gestión política en este caso de la Presidencia del Gobierno de España, en el desmerecimiento de quien obtuvo la misma responsabilidad, en el año 1982, esto es Felipe González, máxime si tanto el uno como otro se acogieron a la misma reivindicación socialista. Con ello, no se pretende hoy compartir determinados juicios del ex presidente del Gobierno sobre cuestiones como política de pactos, indultos, Ley de amnistía y otras audaces iniciativas legislativas de Sánchez, que por otra parte no necesita el panegírico de púlpito que, en este mismo diario se pública para constatar la intrepidez, la valentía el acierto del actual presidente del Gobierno, en el desarrollo de su mandato progresista.

Lo que se cuestiona es la falta de respeto de un socialista a otro del que se hace un juicio sumarísimo sobre algunas declaraciones que yo mismo no comparto pero silenciando la aportación inconmensurable que el ex presidente hiciera sobre el estado del bienestar, sobre la libertad de este país, sobre la transición hacia la socialdemocracia, el acceso a la sanidad universal, la incorporación de este país a la estructura europea, el prestigio internacional etc. Felipe González no es solo el expresivo juicio sobre la deriva del actual gobierno socialista, que en su derecho está, aunque algunos no compartamos, sino un líder excepcional que contribuyó al advenimiento de la democracia. A tal personaje del propio Partido Socialista ¿es honesto incluirlo en el contenido de esta expresión: en este sentido tenemos que agradecerle a Sánchez el habernos quitado de encima a un dinosaurio derechizado como es González?. No solo se hace referencia a Felipe González como a un reptil, (eso es dinosaurio) sino que habla con una autoridad que nadie le otorga. ¿Desde cuándo para discrepar en el PSOE, se le exige al militante un certificado de autoridad? En otro tiempo, nunca. Gozamos de libertad de juicio que se ejemplificaba en Alfonso Fernández Torres, el cual dentro del propio partido pudo organizar la corriente izquierda socialista, que mantuvo con todo rigor, su hijo Alfonso Fernández Malo. Se silencia que entre González y Sánchez, existió otro presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero. ¿A caso constituyó la gestión del mismo el peso de un dinosaurio sobre el socialismo español? Pero, tal vez, lo más llamativo de la loa en el artículo de opinión que se comenta “Pedro Sánchez el superviviente”, sea la conocida interjección ¡Váyase, señor González! Fusilada de aquella otra, literalmente idéntica que popularizara José María Aznar. Cabe suponer, en poeta y autor tan reconocido que la insulsa interjección fuese inconsciente. En todo caso hemos de subrayar que no solo la justicia sino incluso las redes sociales pueden constituir el riesgo de ocasionar secuelas irreparables en la política. La diatriba frente a González comentada supone también una suerte de descalificación de toda una generación concernida por el ruido de sables de la mayoría de los cuarteles de España. ¿Resultaba siquiera imaginable promover leyes que rozaran la unidad e integridad de España, sin que surgieran cientos de tejeros ordenando todos al suelo? Que Dios nos coja confesados.

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