Dar mucho, pedir poco

    08 may 2024 / 09:05 H.
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    Cada primer domingo de mayo, me parece volver a escuchar “el grito de mi madre pregonando mi nombre en la ventana” como cantaba la más grande. Ser madre lo era todo en la vida de una mujer hace tan sólo unas décadas. Sin embargo, los tiempos cambian y nada tiene que ver el papel que desempeñaban las madres de antes, que vivían su maternidad con espíritu de abnegación y sacrificio por los hijos y la familia, con la función que ejercen las madres de hoy, que no renuncian a su identidad personal y profesional. Muchos podrán pensar que ser mamá es una cuestión biológica y nada más, pero es el cobijo, la protección y el confort de una nueva vida y desde el alumbramiento se convierte en la mano que la acompaña en el acontecer de su existencia. La maternidad, además de ser un privilegio propio del sexo femenino, también conlleva una construcción social muy fuerte y arraigada en la sociedad, que carga a la mujer con un rol repleto de obligaciones que, para muchas, es todo un reto difícil de superar y de afrontar. En estos momentos, no resulta fácil ser madre y mujer trabajadora, pues sigue siendo heroico conciliar la vida familiar y profesional pese a los avances normativos en esta materia.

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