Balanzas fiscales

    23 ene 2024 / 08:55 H.
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    El pasado 10 de enero se debatieron y votaron en el Congreso de los Diputados tres Reales Decretos-leyes aprobados por el Gobierno de España en diciembre y que requerían de la correspondiente convalidación parlamentaria. Son los conocidos mediáticamente como decretos anticrisis, ómnibus y el del subsidio de desempleo. Durante el desarrollo de la sesión el Gobierno pactó con Junts, al objeto de conseguir su abstención y la consiguiente aprobación de los Reales Decretos, entre otras cuestiones, la delegación de competencias sobre inmigración a la Generalitat —la medida que más atención ha concitado—, la rebaja del IVA del aceite de oliva al 0 por 100, la reforma de la Ley de Sociedades para impulsar que vuelvan a Cataluña las empresas que se fueron a raíz del procés, así como la publicación de las “balanzas fiscales” con carácter inmediato. Hasta el momento, ésta última es la medida que ha pasado más desapercibida, pero que con seguridad acaparará titulares cuando se vaya a llevar a cabo. Pues bien, en este tema voy a centrarme en la colaboración de hoy, ya que pienso que este es un concepto que resulta profundamente desconocido para la ciudadanía, en general, no especializada en cuestiones económicas.

    Veamos qué es una balanza fiscal. Ya adelanto que no es un concepto fácil de comprender. A este respecto, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), en un trabajo elaborado por Ángel de la Fuente en 2019, señala que el saldo de la balanza fiscal de un territorio —comunidad autónoma— con la Administración General del Estado es la diferencia entre los beneficios que sus residentes obtienen de la actuación de esa administración y su contribución tributaria al sostenimiento de la misma. Para calcular este saldo resulta necesario coger todos y cada uno de los programas de gasto de la administración central y los múltiples tributos que los financian y repartir sus dotaciones y rendimientos entre los distintos territorios, de acuerdo con algún criterio que permita cuantificar qué parte de cada partida le corresponde a cada uno de ellos. El resultado final es un único número por comunidad autónoma, que mide su aportación agregada neta a la redistribución territorial, o su ganancia agregada neta como resultado de la misma. Complicado de entender, ¿Verdad? Trataré de simplificarlo diciendo que en una balanza fiscal el resultado (saldo) lo obtenemos al restarle al gasto y a la inversión que el Estado hace en una región, los ingresos que aporta ésta a la administración central (vía impuestos). Este concepto es más fácil de comprender, pero incompleto. Demos un paso más.

    Existen dos enfoques para calcular las balanzas fiscales. El primero de ellos es el denominado del “flujo monetario”, que mide cuál es el efecto que provoca el gasto del sector público en el territorio donde se efectúa; por ejemplo, si el Estado construye una carretera para unir dos comunidades pasando por otras regiones, según este enfoque, el gasto se repartiría en función del coste de la carretera en cada comunidad. El segundo de ellos es el denominado “enfoque del beneficio o carga-beneficio”, que trata de cuantificar cómo mejora el bienestar de los ciudadanos de un territorio gracias al gasto público; siguiendo el ejemplo anterior, lo que ahora se mediría es el beneficio generado en las regiones ahora conectadas. Ni que decir tiene que ambos enfoques son válidos, pero los resultados pueden variar de forma significativa.

    Existe consenso en la comunidad científica sobre la imperfección del instrumento de las balanzas fiscales y de los diferentes resultados que se obtienen según la metodología utilizada. Por eso en España no se han publicado las mismas desde 2014 (con datos de 2011). En aquella ocasión, como es lógico, las comunidades con saldo negativo, las que más aportaban, eran las más ricas: Madrid, Cataluña, Valencia y Baleares, mientras que Andalucía, Canarias, Castilla y León, Galicia y Extremadura, eran receptoras netas. No, créanme, la publicación de las balanzas fiscales no aporta nada y solo sirve para que Junts siga clamando aquello de que “España nos roba”.

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