El verde manto de Chaouen

Xauen es la primera productora de aceite de oliva de la provincia. La ciudad tiene una almazara y los comerciantes venden en las calles aceitunas negras que se consumen para el desayuno

19 feb 2017 / 11:41 H.

Entre las angostas callejuelas azules de Xauen, Chaouen o Chefcha- ouen sorprende un espectacular olivo. Tiene el tronco carcomido, el signo inequívoco de lo milenario de su estructura. Da sombra y cobijo a la chiquillería del barrio situado al noreste de la medina, justo en la calle que lleva a Bab Onsar, es decir, la puerta más oriental que da acceso al manantial de Ras el Maa. Es un ejemplo de la importancia que guarda el olivar en la ciudad marroquí. Considerada la primera productora de aceite de oliva de la provincia, el paisaje está plagado del árbol más característico de la otra Xauen, la Jaén de Andalucía.

Los campos están salpicados de cereales y olivos. Los árboles que dan aceitunas solo se parecen a los jiennenses en las ramas y en el fruto, pero poco en el tronco. Es difícil encontrar alguno con menos de cuatro patas. Son, además, más erguidos y delgados. La fisonomía demuestra que cada país tiene su manera de cultivar y de cuidar sus tierras. La mayor parte del producto se dedica a la elaboración de aceite de oliva, cuyo sabor afrutado es inconfundible. El resto, a aceituna de mesa. Hay una que es muy característica en Chefchaouen. Se consume, fundamentalmente, en los desayunos. Se trata de las aceitunas negras, acompañadas de huevo frito y queso de cabra. Da la impresión de que son las que se quedan machacadas en el suelo después de una jornada de recolección. Sin embargo, la realidad dicta que son aceitunas preparadas con esmero antes de llevarlas al plato. Tienen un sabor amargo que, al principio, no todos los comensales son capaces de tolerar. Dicen que es cuestión de tiempo, de probarlas cada día hasta no poder vivir sin ellas. Es habitual encontrar, en el tradicional zoco de Chaouen, aceitunas a granel que los comerciantes brindan como un manjar a los visitantes.

El patrimonio común, material e inmaterial, que es el olivo tiene también su particular ruta en Marruecos. Comienza en la ciudad de Fes y recorre Meknes, Volubilis, Chefchaouen, Tetuán y Tánger, por donde este cultivo milenario llegó a la Península Ibérica, desde el norte de África, a través de Algeciras.

Hay proyectos encaminados a mejorar la productividad en esta zona del norte marroquí, que alberga también una almazara en activo. La introducción del olivar intensivo de regadío es una de las iniciativas que empezó a materializarse en el año 2010, gracias a la Agencia Andaluza de Cooperación al Desarrollo, y que todavía hoy continúa. Los chauníes recibieron subvenciones para instalar y equipar parcelas, además de asesoramiento técnico profesionalizado para, sobre todo, aprender a racionalizar el agua en el olivar. Hubo, incluso, cursos de formación para introducir a las mujeres en la recogida y tratamiento de la aceituna.

Según datos de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Casablanca, la agricultura marroquí representa aproximadamente el 15% del Producto Interior Bruto y emplea directa o indirectamente al 46% de la población activa. Las principales debilidades del sector son, por una parte, la fuerte dependencia de las condiciones climáticas y, por otra parte, la débil mecanización del sector. El sector del olivar es una de las apuestas más firmes del Gobierno.

De hecho, según datos publicados por la revista L’Economiste, el olivo ocupa una superficie de unas 700.000 hectáreas —más del 60% de la superficie arborícola nacional—. Puede llegar a generar más de 20 millones de jornales, lo que equivale a 100.000 empleos permanentes. Alcanzar las 160.000 toneladas de aceite es un reto superado para este país, con un aumento del 88% respecto a la campaña anterior y del 100% respecto a la media de las cuatro últimas campañas.

Marruecos es el octavo productor mundial de aceite, después de España, Italia, Túnez, Siria, Turquía y Grecia. Más del 90% de aceite del de oliva marroquí responde a la variedad “Picholine”, reconocida mundialmente por su aroma frutal. El aceite de oliva de alta gama se obtiene a partir de la trituración de aceitunas después de entre ocho y cuarenta y ocho horas de su recolecta.

en retroceso. La agricultura del cereal y el olivo y la ganadería, sobre todo de cabras y ovejas, son una parte fundamental de la economía de Chefchaouen, aunque en lento retroceso, por su dureza y escasa rentabilidad. Junto a estas, la artesanía, en sus diversas formas y modalidades, emplea a buena parte de la población, sobre todo jóvenes, y es un sector en crecimiento, dado el apoyo institucional que está recibiendo en los últimos años.

La industria continúa sin tener un desarrollo adecuado, a pesar de las importantes potencialidades humanas y los recursos naturales de la provincia. Se trata de materias primas que pueden transformarse creando varios ámbitos productivos, tales como las plantaciones frutales, la producción derivada de la ganadería y los minerales. Actualmente, la ciudad solo dispone de una fábrica de hilado y tejido.