De la huerta hasta los más exquisitos paladares

Los chaouníes están acostumbrados a comprar verduras, carne o pescado fresco para servir en el día

19 feb 2017 / 11:41 H.

Un festival de colores y sabores. La gastronomía típica de Chefchaouen es uno de los principales atractivos turísticos que tiene una ciudad en la que nadie se acuesta sin comer. Las familias acostumbran a llevar los productos de la huerta directamente a la cocina y es difícil encontrar la refrigeración de alimentos. Platos muy elaborados son seña de identidad de un pueblo en el que abundan las verduras, el pescado y el cordero.

Hay pequeños lavabos en la puerta de muchos bares para que los comensales puedan lavarse las manos antes de comer. Es habitual que los chauníes pronuncien la palabra “bismillah” —en el nombre de Dios— antes de empezar, y “alhamdu lilah” —alabado sea el Señor— al finalizar. Es una cocina orgullosa de sí misma, de su carácter tradicional, de ser cocinada con carbón o en el horno de un hamman.

Los almuerzos suelen ser más suculentos y fuertes, con platos principales a base de carnes, verduras y pescados. Sin embargo, por la noche se cenan habitualmente comidas ligeras, normalmente compuestas de té, pan, miel o “ftayar” —pasta hecha a base de harina y aceite—, sopa, arroz dulce y fideos o “bouwdan”, una receta local elaborada con pasta de harina. Todo un placer.

té a todas horas del día
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Es la bebida más consumida en Marruecos. A todas horas del día se sirve el popular té. Hecho con bastante hierbabuena, se sirve con azúcar o sin ella, a gusto del consumidor. Un vaso de casi un cuarto de libro cuesta alrededor de sesenta céntimos.

son parte del paisaje
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La presencia de gatos en todas partes, hasta en el restaurante más prestigioso de Chaouen, es una de las cosas que más llaman la atención a los turistas. En una cena en un bar de la Plaza de Uta Hamman, llegamos a contar ocho gatos alrededor de una misma mesa.

Agua fría como nevera
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La leche y el queso de cabra son los productos típicos de Chefchaouen, una ciudad que tiene fama por la calidad de su ganado. Es habitual encontrar en la ruta que lleva hasta la Ermita botellas de plástico llenas de este producto metidas en agua para su mejor conservación.